¿De qué hablamos exactamente cuando hablamos de desigualdad? ¿Es lo mismo que pobreza? ¿Por qué algunos economistas la consideran uno de los mayores desafíos del siglo XXI? Y sobre todo, ¿qué consecuencias tiene para nuestras sociedades?
Este artículo aborda estas preguntas esenciales. Porque si bien pobreza y desigualdad están estrechamente vinculadas, no son lo mismo, y entender sus diferencias y relaciones es clave para abordar ambas de forma eficaz.
Pobreza y desigualdad no son lo mismo
La pobreza hace referencia a la falta de recursos suficientes para satisfacer necesidades básicas. Es un estado de privación.
La desigualdad, en cambio, se refiere a cómo se distribuyen esos recursos dentro de una sociedad o entre países. Es una cuestión de reparto, no de escasez.
Una sociedad puede tener poca pobreza y mucha desigualdad (por ejemplo, si todos tienen cubiertas sus necesidades básicas, pero una élite concentra la mayor parte de la riqueza), o tener poca desigualdad y mucha pobreza (si todos son pobres, pero igualmente pobres). Lo habitual, sin embargo, es que desigualdad y pobreza se retroalimenten.
Tipos de desigualdad
La desigualdad adopta muchas formas, que se superponen y refuerzan entre sí:
Desigualdad de ingresos. La más visible y más estudiada. Se refiere a las diferencias en los ingresos laborales y no laborales entre personas o grupos. Se mide, entre otros métodos, por el coeficiente de Gini o la participación del 10% más rico frente al 50% más pobre.
Desigualdad de riqueza. La riqueza (activos, propiedades, ahorros, acciones) suele estar mucho más concentrada que el ingreso. Mientras los ingresos fluctúan, la riqueza se acumula y se transmite entre generaciones.
Desigualdad de oportunidades. Aquí se miden las condiciones de partida: acceso a educación de calidad, a la salud, a una alimentación adecuada, a redes sociales, a seguridad, etc. Cuando las oportunidades están desigualmente distribuidas se consolida una desigualdad estructural.
Desigualdad territorial. Diferencias entre regiones, entre campo y ciudad, entre países del Norte y del Sur global. Puede traducirse en brechas de servicios públicos, infraestructura, inversión y expectativas de vida.
Desigualdad por género, etnia o identidad. Factores como el género, el color de piel, la lengua materna, la orientación sexual o la discapacidad afectan profundamente las oportunidades de las personas. Estas desigualdades no son sólo económicas, sino también culturales, institucionales y simbólicas.
Causas de la desigualdad
Las causas son múltiples y complejas, pero pueden agruparse en tres grandes bloques:
Causas económicas:
- Estructura del mercado laboral: informalidad, desempleo, diferencias salariales.
- Concentración del capital: quienes ya poseen riqueza pueden invertir, ahorrar o heredar más.
- Acceso desigual al crédito o a la propiedad.
Causas políticas e institucionales:
- Sistemas fiscales regresivos: cuando los ricos pagan menos proporcionalmente.
- Políticas públicas mal diseñadas o ineficaces.
- Captura del Estado por élites económicas.
Causas históricas y sociales:
- Herencias coloniales, esclavitud, apartheid o dictaduras.
- Discriminación estructural y barreras culturales.
- Falta de movilidad social por generaciones.
Consecuencias de la desigualdad
Aunque algunos sostienen que cierta desigualdad puede incentivar la innovación o el esfuerzo individual, una desigualdad excesiva suele tener efectos negativos a todos los niveles:
Económicos:
- Reduce el consumo interno (si pocos concentran la renta, muchos no pueden consumir).
- Dificulta el crecimiento sostenible y genera inestabilidad.
- Debilita la inversión en capital humano (educación, salud).
Sociales:
- Rompe la cohesión social y aumenta la fragmentación.
- Genera resentimiento, inseguridad y desconfianza.
- Agrava problemas como la violencia, la delincuencia y la polarización.
Políticos:
- Socava la democracia: las élites pueden influir desproporcionadamente en las decisiones.
- Alimenta el populismo y la desafección política.
- Disminuye la legitimidad del sistema político.
¿Es inevitable la desigualdad?
Aunque ciertas diferencias pueden resultar de elecciones individuales, la desigualdad es, fundamentalmente, resultado de decisiones políticas y estructuras económicas concretas. Existen ejemplos de países que han logrado combinar crecimiento económico con equidad social, gracias a políticas activas de redistribución, acceso universal a servicios y sistemas fiscales progresivos.
Un tema central en el debate económico actual
Hoy, economistas como Thomas Piketty, Branko Milanovic o Joseph Stiglitz han colocado la desigualdad en el centro del debate económico global.
Piketty, en particular, ha demostrado cómo la riqueza se ha concentrado aceleradamente desde los años 80, superando incluso los niveles de desigualdad del siglo XIX. Milanovic, por su parte, ha analizado la «curva del elefante», que muestra cómo la globalización ha beneficiado a las clases medias en Asia y al 1% más rico del mundo, pero ha perjudicado a las clases medias de los países desarrollados.
Estos análisis coinciden en algo esencial: la desigualdad no es un efecto colateral inevitable, sino un fenómeno que puede ser combatido o agravado según las decisiones políticas que se adopten. Como partes de una ciudadanía responsable deberíamos conocer que implicaciones tienen sobre la pobreza y desigualdad, los marcos ideológicos y las propuestas que definen a las distintas opciones políticas.
Preguntas para el debate
- ¿Puede haber desigualdad sin pobreza? ¿Y pobreza sin desigualdad?
- ¿Qué desigualdad debería preocuparnos más: la de ingresos, la de oportunidades o la de riqueza?
- ¿Es aceptable cierta desigualdad si se basa en el mérito?
- ¿Cómo afectan las desigualdades de género o raza al desarrollo de una sociedad?
- ¿Qué papel juegan las políticas públicas en la reproducción o corrección de la desigualdad?