Durante mucho tiempo, la ciencia se entendió como un ámbito reservado a especialistas encerrados en laboratorios o universidades. Sin embargo, en las últimas décadas ha emergido un movimiento que cuestiona esa separación y reivindica la participación activa de la ciudadanía en la producción de conocimiento científico. Hablamos de la ciencia ciudadana (citizen science), una tendencia global que está transformando la relación entre la sociedad y la investigación.
La idea es sencilla, pero poderosa: los ciudadanos no son solo receptores pasivos de resultados, sino que pueden colaborar en distintas fases de la investigación, desde la recogida de datos hasta el análisis o la interpretación. En un mundo donde los grandes retos (como el cambio climático, la biodiversidad o la salud pública) requieren información masiva y colaboración social, la ciencia ciudadana se convierte en una herramienta valiosa para democratizar la ciencia y fortalecer la cultura científica.
¿Qué es exactamente la ciencia ciudadana?
Existen múltiples definiciones, pero podemos resumirla como la participación activa de no especialistas en proyectos científicos organizados. Esa participación puede adoptar varias formas:
- Recogida de datos: por ejemplo, voluntarios que registran avistamientos de aves, observan estrellas o miden la calidad del aire en sus ciudades.
- Análisis de información: ciudadanos que clasifican imágenes astronómicas, transcriben documentos históricos o colaboran en la interpretación de datos.
- Codiseño de proyectos: en algunos casos, la ciudadanía ayuda a definir qué problemas investigar y cómo hacerlo, generando un conocimiento más alineado con las preocupaciones sociales.
La clave está en que la participación no se limita a una tarea mecánica, sino que genera aprendizaje mutuo: los científicos se benefician de datos a gran escala y de nuevas perspectivas, mientras que los ciudadanos adquieren competencias científicas y un mayor sentido de corresponsabilidad.
Historia y ejemplos emblemáticos
Aunque el término “ciencia ciudadana” es reciente, la práctica tiene raíces antiguas. Naturalistas aficionados del siglo XIX ya colaboraban en la observación de aves o en la catalogación de especies. Lo nuevo es la escala que permiten las tecnologías digitales.
Algunos ejemplos internacionales:
- Galaxy Zoo (Reino Unido): miles de voluntarios ayudaron a clasificar imágenes de galaxias, acelerando un trabajo que los astrónomos no podrían haber hecho solos.
- Foldit (EE. UU.): un videojuego en el que ciudadanos resolvían puzzles sobre plegamiento de proteínas, contribuyendo a la biomedicina.
- eBird (global): plataforma donde aficionados registran observaciones de aves, generando una base de datos masiva para estudios de biodiversidad.
En España, también hay experiencias destacadas:
- Observatorios ciudadanos de calidad del aire, en varias ciudades.
- Proyectos de seguimiento de aves impulsados por SEO/BirdLife.
- Ciencia ciudadana en salud, con plataformas donde pacientes aportan información para mejorar la investigación en enfermedades raras.
Impulso en España
No hay una «Estrategia Nacional de Ciencia Ciudadana» como tal en España, sino que la participación ciudadana en la investigación se enmarca dentro de la Estrategia Nacional de Ciencia Abierta (ENCA) 2023-2027 del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades. La ENCA busca fomentar la participación de la sociedad en la actividad investigadora en todas sus fases, incluyendo la ciencia ciudadana, a través de la transparencia, el acceso abierto a los resultados y la colaboración entre la comunidad científica y la ciudadanía.
Objetivos específicos de la ciencia ciudadana dentro de la ENCA:
- Involucrar a la ciudadanía: estimular el interés por temas científicos y motivar la participación activa en la recogida de datos.
- Capacitar a la ciudadanía: ofrecer oportunidades para adquirir conocimientos y habilidades para participar en investigaciones.
- Fomentar la toma de decisiones: permitir que la ciudadanía participe directamente en la toma de decisiones sobre cuestiones de interés científico, basándose en los conocimientos adquiridos.
Ejemplos de iniciativas de ciencia ciudadana en España:
- ECHO: Proyecto que busca conocer y proteger la salud de los suelos europeos con la colaboración de la ciudadanía y la comunidad científica.
- Resilvestra: Iniciativa para que la ciudadanía participe en el cultivo y consumo de plantas silvestres, contribuyendo a la sostenibilidad de los sistemas agroalimentarios.
- BioMARatón: Proyecto de ciencia ciudadana centrado en conocer y conservar el litoral marino.
- MINKA: Plataforma de ciencia ciudadana impulsada por el CSIC para la investigación marina.
Esta estrategia busca consolidar un ecosistema en el que la participación no dependa solo de iniciativas aisladas, sino que forme parte de la política científica nacional.
Beneficios de la ciencia ciudadana
- Generación de datos masivos: en campos como la biodiversidad o el clima, la colaboración ciudadana multiplica la capacidad de observación.
- Educación y alfabetización científica: quienes participan desarrollan competencias críticas y comprensión del método científico.
- Democratización del conocimiento: la ciencia deja de ser un ámbito exclusivo de expertos y se convierte en un esfuerzo colectivo.
- Empoderamiento social: la ciudadanía puede investigar temas que afectan directamente a su vida cotidiana (contaminación, salud, urbanismo).
- Innovación social: los proyectos de ciencia ciudadana generan nuevas formas de colaboración y fortalecen la cohesión comunitaria.
Retos y limitaciones
No obstante, la ciencia ciudadana enfrenta también desafíos:
- Calidad y fiabilidad de los datos: algunos críticos dudan de la precisión de la información aportada por voluntarios. La respuesta suele ser que, con protocolos adecuados, los datos ciudadanos pueden ser tan válidos como los profesionales.
- Reconocimiento institucional: a menudo, las publicaciones académicas no valoran estas contribuciones en los procesos de evaluación.
- Desigualdades de acceso: no todos los colectivos tienen las mismas oportunidades de participar, lo que puede reproducir brechas sociales y digitales.
- Sostenibilidad de los proyectos: muchos dependen de financiación puntual y carecen de continuidad a largo plazo.
Ciencia ciudadana y sostenibilidad
La relación entre ciencia ciudadana y desarrollo sostenible es especialmente estrecha. Para cumplir los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), necesitamos sistemas de información y seguimiento a gran escala. La colaboración ciudadana puede ser clave, por ejemplo, en:
- Monitorizar la biodiversidad en zonas rurales y urbanas.
- Vigilar la calidad del agua y del aire.
- Detectar plagas o enfermedades en cultivos.
- Contribuir a la prevención y gestión de riesgos naturales.
En este sentido, la ciencia ciudadana no solo genera conocimiento, sino que moviliza a la sociedad en torno a los retos globales.
El futuro: hacia una participación más profunda
La ciencia ciudadana está llamada a crecer, pero también a evolucionar. El reto es pasar de una participación limitada (recoger datos, clasificar imágenes) a un rol más activo en el diseño y evaluación de las investigaciones. Se trata de construir una verdadera ciencia participativa, en la que las agendas de investigación respondan no solo a intereses institucionales o empresariales, sino también a demandas sociales.
España, con su estrategia nacional, tiene la oportunidad de situarse en la vanguardia europea de este proceso. Para ello, será necesario invertir en formación, plataformas digitales y mecanismos de reconocimiento para los ciudadanos y los investigadores que apuesten por este modelo.
Conclusión: de espectador a protagonista
La ciencia ciudadana rompe el muro que tradicionalmente separaba a expertos y profanos. Invita a la sociedad a dejar de ser espectadora pasiva y a convertirse en protagonista del conocimiento. En un tiempo marcado por la urgencia de los desafíos globales, este modelo no solo fortalece la ciencia, sino también la democracia y la cohesión social.
El laboratorio ya no está solo entre paredes: se extiende a la calle, a los hogares, a las comunidades. Y con ello, la ciencia se acerca más que nunca a su vocación original: ser un esfuerzo colectivo al servicio del bien común.
Preguntas para el debate
- ¿Qué áreas de investigación en España podrían beneficiarse más de la participación ciudadana?
- ¿Cómo garantizar la calidad y fiabilidad de los datos generados por proyectos de ciencia ciudadana?
- ¿Qué mecanismos podrían asegurar que la ciencia ciudadana sea reconocida y valorada dentro del sistema científico?
- ¿Cómo evitar que la ciencia ciudadana reproduzca desigualdades sociales o digitales?
- ¿Qué papel puede jugar la ciencia ciudadana en el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible?