Las decisiones sobre movilidad tienen un impacto directo en la vida cotidiana de las personas: cómo vamos al trabajo, si los niños pueden ir solos al colegio, si respirar en la calle es saludable, si tenemos acceso al ocio, la educación o el empleo. Por eso, planificar la movilidad no puede ser solo una tarea técnica o institucional: debe contar con la voz activa de quienes habitan, transitan y viven la ciudad a diario.
Incorporar a la ciudadanía en el diseño de las políticas de movilidad no solo aumenta su legitimidad democrática, sino que mejora su eficacia. Una movilidad más justa y sostenible es también una movilidad más participativa.
¿Por qué es importante la participación en movilidad?
- Legitimidad social: las medidas impopulares (como restricciones al tráfico o peatonalizaciones) son más aceptadas si se explican y debaten con la ciudadanía.
- Conocimiento situado: los vecinos conocen mejor que nadie los problemas de su barrio y aportan información clave para el diagnóstico.
- Mayor justicia: permite incluir voces silenciadas o excluidas del debate público (niños, personas mayores, colectivos migrantes, personas con discapacidad).
- Empoderamiento ciudadano: fomenta una ciudadanía activa y comprometida con el bien común.
- Mejores soluciones: las propuestas co-creadas suelen ser más creativas, adaptadas y sostenibles en el tiempo.
De la información a la co-decisión: niveles de participación
No toda participación es igual. Es importante diferenciar entre distintos niveles de implicación ciudadana en las políticas de movilidad:
- Información: compartir datos, diagnósticos y objetivos.
- Consulta: recoger opiniones a través de encuestas, foros o talleres.
- Colaboración: diseñar conjuntamente propuestas o alternativas.
- Co-decisión: integrar a representantes ciudadanos en los procesos formales de decisión.
- Evaluación participativa: dar seguimiento a las políticas adoptadas desde la ciudadanía.
El objetivo debe ser avanzar hacia modelos más colaborativos, donde las decisiones no se impongan, sino que se construyan colectivamente.
Herramientas y metodologías para una participación efectiva
La planificación participativa de la movilidad urbana puede apoyarse en una variedad de herramientas y metodologías:
- Mapeos colectivos: para identificar barreras de accesibilidad, puntos peligrosos, recorridos habituales.
- Talleres y laboratorios ciudadanos: donde diferentes actores (vecinos, técnicos, comerciantes, escolares) proponen soluciones.
- Presupuestos participativos: que permitan decidir inversiones concretas en movilidad.
- Consejos de movilidad o mesas de diálogo: espacios estables con representación plural.
- Encuestas digitales y buzones ciudadanos: para recoger opiniones y propuestas.
- Urbanismo táctico: intervenciones temporales que permiten probar cambios y evaluarlos con la comunidad.
Estas herramientas deben adaptarse al contexto local y asegurar la inclusión de colectivos diversos, más allá de los grupos tradicionalmente más activos o vocales.
ODS 11.3 y la Agenda Urbana Española: planificación participativa
El ODS 11.3 plantea como meta «mejorar la urbanización inclusiva y sostenible mediante la planificación y gestión participativas». No es una opción: es una obligación global para ciudades más democráticas y resilientes.
En paralelo, la Agenda Urbana Española, en su Objetivo Específico 10.3, establece la necesidad de fomentar la gobernanza multinivel y la participación ciudadana real y efectiva, especialmente en ámbitos estratégicos como la movilidad.
Desafíos frecuentes en los procesos participativos
A pesar de su valor, la participación enfrenta obstáculos habituales:
- Falta de tiempo y recursos por parte de las administraciones locales.
- Procesos simbólicos o vacíos de contenido (participación “cosmética”).
- Desigualdad en la capacidad de participar: personas mayores, con baja formación o sin acceso digital pueden quedar fuera.
- Desconfianza ciudadana por experiencias pasadas.
- Instrumentos poco transparentes o no vinculantes.
Para que la participación sea efectiva, debe estar bien diseñada, facilitada profesionalmente, con plazos claros y objetivos definidos, y acompañada de una voluntad real de escuchar y modificar planes si es necesario.
Experiencias exitosas de participación en movilidad
Diversas ciudades han logrado integrar la participación ciudadana en sus estrategias de movilidad con éxito. Algunos ejemplos:
- Vitoria-Gasteiz: pionera en procesos participativos para diseñar su Plan de Movilidad Sostenible.
- Barcelona (Supermanzanas): procesos de co-diseño con vecindarios antes de implementar cambios en el espacio público.
- Zaragoza: laboratorios ciudadanos para analizar la movilidad escolar.
- Bilbao: consejos de movilidad con asociaciones vecinales, ciclistas y personas con discapacidad.
Estos casos muestran que, cuando se involucra a la ciudadanía desde el principio, los proyectos no solo tienen mejor aceptación: también son más adecuados, duraderos y transformadores.
Participar no es solo opinar: es construir ciudad
La participación en movilidad debe permitir repensar colectivamente el modelo urbano, los valores que lo sostienen y los futuros que deseamos. Participar es también imaginar: ¿cómo sería nuestra ciudad si los niños pudieran ir al cole caminando? ¿Si nadie tuviera miedo de pedalear? ¿Si los buses fueran gratuitos y puntuales?
Movilidad sostenible y democracia urbana son dos caras de la misma moneda. No hay transición ecológica sin participación ciudadana.
Preguntas para el debate
- ¿Qué tipo de decisiones sobre movilidad deberían consultarse con la ciudadanía?
- ¿Qué colectivos suelen quedar fuera de los procesos participativos y por qué?
- ¿Cómo garantizar que la participación no sea solo simbólica o decorativa?
- ¿Qué herramientas participativas han funcionado mejor en tu entorno?
- ¿Cómo se puede equilibrar la participación técnica y la participación ciudadana?