Periodismo bajo presión: amenazas, censura y autocensura

En el imaginario democrático, el periodismo libre es un pilar de la vida pública. Los periodistas son quienes vigilan al poder, denuncian abusos, dan voz a los sin voz y garantizan el derecho ciudadano a estar informado. Pero en el siglo XXI, ejercer el periodismo se ha vuelto una actividad de alto riesgo. Ya no solo en dictaduras tradicionales, sino también en democracias formales, el periodismo está bajo presión.

Desde asesinatos, amenazas y persecuciones judiciales, hasta formas más sutiles como el acoso digital, la estigmatización o la autocensura, los ataques a la libertad de prensa se multiplican. El resultado: un ecosistema informativo más temeroso, menos plural y más vulnerable frente a la desinformación y la manipulación.

Este artículo examina los riesgos que enfrentan los periodistas hoy, en un contexto de autoritarismos renovados, polarización extrema y crisis de credibilidad.

Datos alarmantes

El informe Balance 2024 de Reporteros Sin Fronteras (RSF) pone de manifiesto una escalada preocupante en los ataques contra periodistas, particularmente en zonas de conflicto, donde se concentra aproximadamente la mitad de los asesinatos registrados. Gaza se ha consolidado como el lugar más peligroso del mundo para ejercer el periodismo en 2024, y también como el territorio con mayor número de profesionales de la información asesinados en los últimos cinco años. Desde octubre de 2023, el Ejército israelí ha matado a más de 145 periodistas, al menos 35 de ellos de forma deliberada, mientras ejercían su labor o como consecuencia directa de ella. Además, en 2024 se registraron 550 periodistas encarcelados en todo el mundo, lo que representa un incremento del 7 % respecto al año anterior. Esta violencia, ejercida en muchos casos con total impunidad por gobiernos o actores armados, representa una grave amenaza para la libertad de prensa. RSF reclama una respuesta urgente por parte de la comunidad internacional para garantizar la protección de los periodistas y la defensa del periodismo independiente.

Estos datos representan evidencias de un clima hostil contra la verdad y el derecho a saber.

Formas de censura: de lo brutal a lo invisible

La censura hoy ya no se limita a la prohibición directa o al cierre de medios. Existen múltiples formas, más sofisticadas y difíciles de rastrear:

Violencia física y amenazas. En muchos países, periodistas que investigan corrupción, crimen organizado, narcotráfico o abusos de poder sufren ataques, intimidaciones y asesinatos. En muchos casos, los crímenes quedan impunes, lo que alimenta el miedo y el silencio.

Persecución judicial. Gobiernos autoritarios o populistas utilizan el sistema judicial para acallar voces críticas. Demandas por difamación, leyes contra “noticias falsas”, censura previa y bloqueos de medios se convierten en armas legales para limitar el periodismo independiente.

Asfixia económica. Otra estrategia habitual es quitar publicidad oficial a medios incómodos, promover boicots comerciales o aplicar sanciones económicas. Esto debilita financieramente a las redacciones y pone en peligro su sostenibilidad.

Acoso digital y campañas de odio. Los periodistas, en especial mujeres, son blanco frecuente de ataques coordinados en redes sociales, con insultos, amenazas, desinformación o incluso publicación de datos personales (doxing). El objetivo: desprestigiar, intimidar o silenciar.

Autocensura. Ante este clima hostil, muchos periodistas optan por no publicar ciertos temas, suavizar titulares o renunciar a cubrir áreas peligrosas. La autocensura es una forma de protección, pero también un síntoma alarmante de que la libertad de prensa ya ha sido vulnerada.

Un problema que afecta a todos los países

Los ataques a periodistas no solo se producen en regímenes autoritarios como Rusia, China, Turquía o Venezuela. En muchas democracias formales y consolidadas, la polarización política, la concentración mediática y el descrédito sistemático de los medios también afectan la libertad de informar.

En Brasil, durante su mandato, el expresidente Bolsonaro hostigó públicamente a medios críticos, difundió mentiras y alentó el acoso a periodistas.

En Estados Unidos, Donald Trump ha convertido a la prensa en su enemigo favorito, acusándola de propagadores de “fake news” y de “enemigos del pueblo”, alimentando la desconfianza y la hostilidad hacia los periodistas.

Además, las mujeres periodistas sufren una violencia diferenciada y agravada. Además de los riesgos generales del oficio, enfrentan: acoso sexual y amenazas de violación; discriminación en redacciones dominadas por hombres; ataques que apelan a su apariencia, vida privada o maternidad; campañas de desprestigio con lenguaje misógino o machista.

Organismos como la UNESCO o Amnistía Internacional han alertado sobre esta situación de las mujeres periositas, que muchas veces conduce al silencio forzado o a la renuncia profesional.

La importancia del periodismo independiente

En este contexto, el periodismo profesional, ético e independiente es más necesario que nunca. No solo para contar lo que el poder quiere ocultar, sino también para ofrecer información contrastada, dar voz a las víctimas y mantener vivo el debate democrático.

La prensa libre frena el autoritarismo, documenta violaciones de derechos humanos y permite a la ciudadanía tomar decisiones informadas.

Informar, verificar, incomodar, dar contexto y abrir debates no es un lujo, sino una condición esencial de la democracia. Cuando se acalla al periodismo, no solo se silencia a quien escribe, sino a toda una sociedad que pierde su derecho a saber.

¿Qué podemos hacer?

Proteger a los periodistas y la libertad de prensa requiere acciones concretas:

  • Garantías legales y protección efectiva para periodistas en riesgo.
  • Condiciones laborales dignas para que puedan ejercer su labor con independencia.
  • Apoyo a medios comunitarios, independientes y sin fines de lucro.
  • Educación en alfabetización mediática, para fortalecer el vínculo entre ciudadanía y prensa.
  • Presión internacional frente a gobiernos que persiguen periodistas.

Además, es crucial que los propios medios recuperen credibilidad mediante la transparencia, la ética y el rigor, para contrarrestar el descrédito impulsado por actores autoritarios o populistas.

Preguntas para el debate

  1. ¿Qué riesgos enfrentan hoy los periodistas por ejercer su labor?
  2. ¿Cómo afecta la censura (explícita o encubierta) al derecho a la información?
  3. ¿Qué medidas pueden garantizar la protección de periodistas en contextos hostiles?
  4. ¿Qué papel juega la autocensura en sociedades formalmente democráticas?
  5. ¿Cómo reconstruir la confianza en el periodismo profesional frente a la hostilidad política?
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