Propuestas para un futuro hídrico sostenible

Tras un recorrido por todos los ángulos del desafío hídrico, de la gestión integrada a la geopolítica, de la calidad del agua a la eficiencia, de la desalación a la innovación, la conclusión es evidente: el agua no es solo un recurso; es un factor estratégico que sostiene la salud, la economía y la paz social. Su gestión determinará, quizá más que cualquier otro elemento ambiental, el bienestar y la estabilidad de las próximas décadas.

Hemos visto que la crisis del agua tiene múltiples caras. En algunos lugares, la escasez física marca la agenda; en otros, la contaminación o el deterioro de los ecosistemas; y en muchos, la falta de infraestructuras o de gobernanza. El denominador común: es urgente cambiar cómo producimos, distribuimos, usamos y protegemos el agua.

Un decálogo de propuestas para no quedarnos en el diagnóstico

1. Garantizar el acceso universal a agua potable y saneamiento
El objetivo es cerrar la brecha que mantiene a más de 2.000 millones de personas sin agua segura y a casi la mitad de la población mundial sin saneamiento adecuado. Esto implica inversiones focalizadas en comunidades vulnerables, soluciones adaptadas —desde redes extendidas hasta sistemas modulares o puntos comunitarios— y cooperación internacional que no solo financie infraestructuras, sino que garantice mantenimiento y capacitación local.

2. Reforzar el cumplimiento de la Directiva Marco del Agua y actualizar leyes nacionales
La DMA establece que todas las masas de agua deben alcanzar un “buen estado” ecológico y químico. Cumplirlo requiere mejoras en depuración, control estricto de vertidos y restauración de ecosistemas degradados. En España, la Ley de Aguas necesita actualizarse para incluir contaminantes emergentes y establecer mecanismos eficaces de inspección y sanción, con recursos suficientes para aplicarlos.

3. Adoptar la gestión integrada de los recursos hídricos (GIRH)
La GIRH significa planificar de forma coordinada cantidad, calidad, ecosistemas, usos y gobernanza. Esto exige organismos de cuenca con representación real de todos los sectores, indicadores claros y públicos para medir avances, y revisiones periódicas que ajusten políticas a datos, no a intuiciones.

4. Invertir en eficiencia hídrica en todos los sectores
En agricultura, la transición hacia riego de precisión y planificación basada en datos climáticos puede ahorrar hasta un 40% de consumo. En industria, la reutilización interna y procesos de ciclo cerrado reducen tanto la presión sobre el recurso como los costes. En ciudades, la modernización de redes y la reparación de fugas puede ahorrar millones de metros cúbicos anuales. Las tarifas escalonadas y bonificaciones por ahorro son herramientas decisivas.

5. Proteger y restaurar ecosistemas acuáticos
Ríos, humedales y acuíferos son la infraestructura natural que garantiza la calidad y disponibilidad del agua. Restaurar humedales, asegurar caudales ecológicos y frenar extracciones ilegales no es un lujo ambiental: es una inversión estratégica contra el cambio climático y la pérdida de biodiversidad.

6. Revisar los modelos de gobernanza del agua
La gestión del agua debe ser transparente, con publicación de contratos, costes e indicadores de servicio. La participación ciudadana debe ser real, a través de consejos de agua, presupuestos participativos y acceso abierto a la información. Solo así se refuerza la confianza y se evitan decisiones alejadas del interés público.

7. Regular la desalación dentro de un mix equilibrado
La desalación aporta seguridad en zonas costeras con escasez, pero debe integrarse en una estrategia que priorice el ahorro y el uso sostenible de fuentes naturales. Las plantas deben incorporar energías renovables, minimizar la salmuera con tecnologías avanzadas y evaluar su viabilidad a largo plazo, tanto económica como ambiental.

8. Fomentar la innovación abierta y la transferencia tecnológica
Sensores IoT, biorreactores de membrana, plataformas de gestión inteligente… muchas soluciones ya funcionan, pero no se replican lo suficiente. La política pública puede acelerar su adopción con compra innovadora, plataformas de intercambio de buenas prácticas y financiación que incluya mantenimiento y capacitación.

9. Integrar soluciones basadas en la naturaleza (SbN)
Humedales artificiales, riberas renaturalizadas, suelos permeables en ciudades: todas estas SbN mejoran la calidad del agua y reducen riesgos de inundación. Integrarlas en el planeamiento urbano y agrícola requiere coordinación entre sectores y presupuestos dedicados, pero el retorno social y ambiental es alto y medible.

10. Medir y comunicar con transparencia
Sin datos no hay gestión efectiva. Cada servicio de agua debería publicar de forma periódica indicadores básicos: pérdidas en red, calidad del agua, tiempos de respuesta, consumo energético, inversión por habitante. Comunicar estos datos en formatos accesibles no solo genera confianza, también permite comparar y aprender de quien lo hace mejor.

Mirando adelante

La próxima década será un examen de madurez en la gestión del agua. El crecimiento urbano, la presión agrícola y el cambio climático jugarán en contra, pero tenemos más herramientas y conocimiento que nunca. Desde un satélite que detecta fugas hasta una comunidad que recupera su río, las soluciones están ahí; falta voluntad para escalarlas y conectarlas.

Lo que ocurra en consejos municipales, parlamentos, laboratorios y asambleas comunitarias definirá cuánta agua y de qué calidad tendrán las próximas generaciones.

Preguntas para el debate

  1. ¿Cuál debería ser la prioridad absoluta en política hídrica global?
  2. ¿Qué compromisos concretos deberían asumir gobiernos y empresas antes de 2030?
  3. ¿Qué papel puede jugar la educación en la gestión sostenible del agua?
  4. ¿Cómo coordinar agendas locales, nacionales e internacionales?
  5. ¿Es realista alcanzar un futuro hídrico sostenible si no cambia el modelo económico actual?
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