Propuestas para una alimentación con futuro

A lo largo de los once artículos anteriores, hemos recorrido las grietas y contradicciones del sistema alimentario global: su concentración corporativa, su impacto ecológico, su inequidad estructural, sus efectos sobre la salud y su desconexión del territorio. Pero también hemos mostrado que otro modelo alimentario ya está en marcha.

Este artículo final propone una síntesis de los aprendizajes compartidos y una hoja de ruta con principios y medidas concretas para avanzar hacia ese nuevo modelo alimentario centrado en las personas y en el cuidado de la vida.

Principios para transformar el sistema alimentario

La transformación que necesitamos no es técnica ni sectorial. Es sistémica y política. Requiere un cambio profundo de valores, de gobernanza y de prioridades. Estos son algunos de los principios que deben guiar ese proceso de cambio:

  1. Alimentación como derecho humano, no como mercancía: toda persona tiene derecho a una alimentación adecuada, suficiente, sana, culturalmente apropiada y sostenible.
  2. Soberanía alimentaria: los pueblos deben tener el poder de decidir cómo, qué y para quién producir sus alimentos.
  3. Justicia social y territorial: el sistema alimentario debe reducir las desigualdades de género, clase, origen y ubicación geográfica.
  4. Sostenibilidad ecológica: la producción de alimentos debe regenerar los ecosistemas, no degradarlos.
  5. Diversidad y resiliencia: frente a la uniformidad industrial, necesitamos sistemas alimentarios diversos, descentralizados y adaptables.
  6. Democratización del conocimiento y la tecnología: la innovación debe estar al servicio del bien común, no del lucro privado.
  7. Economía solidaria: los alimentos no deben ser fuente de especulación, sino de valor compartido y trabajo digno.

Medidas urgentes para un cambio real

A partir de estos principios, proponemos una batería de medidas articuladas en cinco grandes ejes de acción, dirigidas a gobiernos, instituciones, movimientos sociales y ciudadanía.

1. Reformar las reglas del juego económico

  • Prohibir el dumping agrícola y los subsidios injustos en los tratados de comercio internacional.
  • Establecer precios mínimos garantizados para pequeños productores que cubran costes reales de producción.
  • Regular la concentración empresarial en la cadena alimentaria y reforzar los mecanismos antimonopolio.
  • Promover una fiscalidad alimentaria justa: penalizar lo insostenible y subvencionar lo saludable, local y agroecológico.

2. Fortalecer a los pequeños productores

  • Garantizar el acceso seguro y equitativo a la tierra, al agua y a las semillas.
  • Financiar la transición agroecológica con apoyo técnico, créditos blandos y políticas diferenciadas.
  • Proteger y reconocer los derechos de las mujeres rurales y su papel clave en la alimentación.
  • Apoyar a las organizaciones campesinas y a las redes de economía solidaria como actores estratégicos del cambio.

3. Relocalizar los sistemas alimentarios

  • Desarrollar políticas alimentarias locales integrales, inspiradas en el Pacto de Milán, que articulen producción, distribución y consumo sostenible en los territorios.
  • Promover circuitos cortos de comercialización, ferias, cooperativas y compras públicas locales.
  • Invertir en infraestructuras rurales y logísticas que conecten el campo y la ciudad de forma equitativa.
  • Proteger el suelo agrícola periurbano frente a la especulación y el urbanismo depredador.

4. Cuidar la salud y el planeta desde el plato

  • Implementar políticas de educación alimentaria desde edades tempranas.
  • Establecer etiquetados claros y frontales que informen de manera efectiva sobre el contenido nutricional y el impacto ambiental.
  • Gravar los alimentos ultraprocesados y restringir su publicidad, especialmente hacia niños.
  • Impulsar dietas sostenibles basadas en la diversidad vegetal, la temporalidad y la producción local.
  • Reducir significativamente el desperdicio alimentario.

5. Proteger el conocimiento y la diversidad genética

  • Reconocer el derecho de los pueblos a conservar, intercambiar y mejorar sus propias semillas.
  • Apoyar bancos de semillas comunitarios y conservación in situ.
  • Limitar la patentabilidad del material genético y combatir la biopiratería.
  • Financiar investigación pública y participativa, no subordinada a intereses corporativos.

Una transición justa y compartida

La transición hacia un sistema alimentario justo no será automática. Implicará tensiones, conflictos y disputas por los recursos, las normas y las narrativas. Pero también será una oportunidad histórica para construir un modelo que ponga la vida en el centro.

Para que esta transformación sea posible, debe ser:

  • Participativa: con el protagonismo de los pueblos, comunidades rurales, trabajadores, mujeres, jóvenes y consumidores organizados.
  • Solidaria: no puede dejar atrás a quienes hoy están en situación de vulnerabilidad alimentaria o productiva.
  • Integral: no se trata de reformar un sector, sino de reimaginar las relaciones entre economía, naturaleza y sociedad.
  • Global y local a la vez: articulando políticas públicas internacionales con acciones territoriales concretas.

Alimentar el futuro desde el presente

La alimentación no es un tema técnico ni sectorial. Es un eje estructural del modelo de desarrollo, de justicia social y de sostenibilidad planetaria. Lo que decidamos hoy sobre qué, cómo y para quién se produce la comida, marcará el rumbo de nuestras sociedades en las próximas décadas.

Las alternativas ya existen. Están en las huertas campesinas, en los mercados locales, en las redes de consumo consciente, en las semillas que se guardan, en las cocinas populares, en las ciudades que se organizan para garantizar el derecho a la alimentación, en los movimientos que se articulan en torno a los principios de soberanía alimentaria.

Solo necesitamos que dejen de ser la excepción, para convertirse en la regla.

Preguntas para el debate

  1. ¿Cuál de los principios propuestos te parece más urgente de aplicar? ¿Por qué?
  2. ¿Qué actor social (Estado, ciudadanía, empresas, academia) tiene más capacidad para impulsar el cambio alimentario?
  3. ¿Qué obstáculos políticos o culturales dificultan avanzar hacia un modelo justo y sostenible?
  4. ¿Qué acciones concretas puedes emprender, individual o colectivamente, para apoyar este cambio?
  5. ¿Qué futuro alimentario imaginas como posible y deseable para tu comunidad?
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