En un contexto donde el modelo turístico dominante genera impactos negativos sobre el territorio, el empleo y las comunidades locales, han surgido numerosas iniciativas alternativas que demuestran que es posible hacer turismo de otro modo. Frente al turismo masivo, extractivista y controlado por grandes corporaciones, florecen experiencias basadas en la autogestión, la cooperación y el arraigo territorial.
Este artículo presenta y analiza ejemplos concretos de turismo comunitario, cooperativas turísticas y redes locales de economía solidaria que están construyendo modelos más justos, resilientes y sostenibles. Lejos de ser anecdóticas o marginales, estas iniciativas son semillas de un nuevo paradigma turístico centrado en las personas, el cuidado del entorno y la redistribución equitativa de los beneficios.
¿Qué es el turismo comunitario?
El turismo comunitario se basa en el principio de que las comunidades locales deben tener el control sobre el desarrollo turístico en sus territorios. No se trata de adaptar la comunidad a los deseos del turista, sino de integrar al visitante en un proceso de reciprocidad, aprendizaje y respeto mutuo.
Sus características clave incluyen:
- Propiedad colectiva o comunitaria de los medios de producción turística (alojamientos, guías, transporte, alimentación).
- Participación democrática de la comunidad en la toma de decisiones.
- Reparto equitativo de los beneficios económicos.
- Respeto por el territorio, la cultura y los modos de vida locales.
- Oferta turística contextual y vivencial, no estandarizada ni masificada.
Este modelo tiene raíces en movimientos de resistencia al extractivismo, en formas de economía indígena, campesina o popular, y en propuestas de economía social y solidaria.
Cooperativas turísticas: autogestión con base territorial
En muchos lugares del mundo, las cooperativas se han consolidado como herramientas eficaces para organizar el turismo desde abajo. Una cooperativa turística puede estar formada por trabajadores del sector (guías, artesanos, cocineras), por habitantes de un barrio o por asociaciones territoriales. Lo esencial es que funciona bajo principios de solidaridad, equidad y democracia interna.
Las cooperativas permiten:
- Evitar la precarización del trabajo, ya que las decisiones y los ingresos se gestionan colectivamente.
- Resistir frente a la concentración del mercado turístico en manos de grandes empresas y plataformas digitales.
- Diseñar productos turísticos desde la experiencia vivida, no desde las lógicas del marketing global.
Casos que inspiran
Red TUSOCO, Bolivia
La Red de Turismo Solidario Comunitario (TUSOCO) agrupa a más de 25 emprendimientos comunitarios en diversas regiones del país. Promueve el turismo como herramienta de desarrollo local y revalorización cultural. A través de esta red, comunidades quechuas, aymaras y guaraníes ofrecen alojamientos, caminatas guiadas, talleres de artesanía o gastronomía tradicional.
TUSOCO ofrece formación, comercialización conjunta y acompañamiento organizativo. Lo recaudado se reinvierte en proyectos comunitarios como escuelas, sistemas de agua o salud.
Red de Turismo Campesino del Valle de Elqui, Chile
Frente a la presión del turismo inmobiliario y la agroindustria, pequeñas comunidades rurales del norte de Chile han articulado una red de turismo campesino autogestionado. A través de alojamientos familiares, rutas de senderismo, talleres de producción agrícola y eventos culturales, las familias campesinas fortalecen sus economías sin abandonar sus prácticas tradicionales.
Aquí, el turismo se convierte en una forma de sostener el arraigo rural, transmitir conocimientos ancestrales y evitar la migración forzada a las ciudades.
Cooperativa Agroecológica Hort del Silenci, Catalunya (España)
Esta cooperativa agroecológica integra turismo educativo y alimentación sostenible. Además de producir y comercializar alimentos ecológicos, organizan visitas, talleres y estancias rurales en alojamientos gestionados por la comunidad. Su propuesta de “turismo regenerativo alimentario” conecta al visitante con la tierra, los procesos de cultivo y los ciclos de vida.
Colectivo de Guías Comunitarios de Talamanca, Costa Rica
En una región de gran biodiversidad y fuerte presencia indígena bribri y cabécar, este colectivo de guías ofrece recorridos interpretativos desde una mirada ambiental y cultural profunda. Los ingresos se distribuyen equitativamente y se destinan también a programas de reforestación, protección del agua y educación ambiental para jóvenes locales.
Beneficios del turismo gestionado localmente
Estas iniciativas no solo generan ingresos económicos. Sus impactos positivos son múltiples:
- Empoderamiento comunitario: los habitantes se convierten en protagonistas de su destino, fortaleciendo su autonomía.
- Redistribución del ingreso: se evita la concentración de beneficios en actores externos y se fortalece la economía local.
- Preservación cultural y ecológica: los modos de vida tradicionales son valorizados y protegidos, no explotados.
- Educación transformadora: los visitantes no solo “consumen”, sino que aprenden, se vinculan y se transforman.
A diferencia del turismo convencional, estas propuestas no buscan crecer ilimitadamente, sino mantener el equilibrio entre acogida y cuidado.
Desafíos del turismo comunitario y cooperativo
A pesar de sus virtudes, estas iniciativas enfrentan múltiples obstáculos:
- Falta de apoyo institucional: muchos gobiernos siguen priorizando grandes inversiones extranjeras o megaproyectos.
- Dificultades para competir en el mercado global: la visibilidad en plataformas o ferias es limitada y costosa.
- Problemas de financiación: el acceso a créditos o subvenciones es complejo, especialmente en zonas rurales.
- Riesgo de cooptación o turistificación interna: si no hay mecanismos claros de control comunitario, pueden reproducirse desigualdades internas.
- Necesidad de formación continua en gestión, idiomas, comunicación y hospitalidad sin perder la identidad.
Estos desafíos no anulan su potencial, pero muestran que el turismo comunitario necesita ser acompañado, fortalecido y protegido desde políticas públicas, redes de apoyo y alianzas solidarias.
¿Cómo multiplicar estas experiencias?
Para que el turismo gestionado localmente pase de ser excepción a modelo viable, se requiere:
- Políticas públicas activas que reconozcan y financien el turismo comunitario y cooperativo.
- Marcos normativos que protejan el territorio frente a la especulación turística y el extractivismo inmobiliario.
- Plataformas éticas de comercialización que prioricen criterios sociales, no solo algoritmos de visibilidad.
- Redes de intercambio y aprendizaje entre territorios para compartir saberes, metodologías y resistencias.
- Formación técnica con enfoque comunitario: contabilidad, idiomas, hospitalidad, marketing, siempre desde una lógica de fortalecimiento interno.
Conclusión
El turismo puede ser mucho más que una industria de servicios. Puede convertirse en una herramienta de fortalecimiento comunitario, en un medio para sostener la vida digna en los territorios y en una vía para reconectar con formas de habitar más justas y sostenibles.
Las cooperativas turísticas, las redes de economía local y el turismo comunitario muestran que no todo está perdido. Frente al turismo que extrae, explota y estandariza, estas iniciativas siembran vínculos, identidad y autonomía. En tiempos de crisis múltiples, no se trata de replicarlas mecánicamente, sino de aprender de ellas, apoyarlas y darles el lugar que merecen.
Preguntas para el debate
- ¿Qué condiciones permiten que una comunidad gestione con éxito su propio modelo turístico?
- ¿Cómo se protege un proyecto turístico comunitario de la cooptación o de la mercantilización?
- ¿Qué diferencia estructural hay entre un turismo gestionado por cooperativas y uno corporativo?
- ¿Qué desafíos enfrentan las iniciativas de turismo comunitario para sostenerse en el tiempo?
- ¿Qué políticas públicas pueden fortalecer las economías turísticas locales autogestionadas?