Vivimos en una época marcada por crisis globales interconectadas. El cambio climático amenaza ecosistemas y modos de vida en todos los continentes. Las pandemias nos recuerdan la vulnerabilidad compartida de la humanidad. La desigualdad, lejos de reducirse, adopta nuevas formas que socavan la cohesión social. Y las migraciones, que son parte constitutiva de la historia humana, se convierten en terreno de tensiones políticas y humanitarias.
Estos desafíos trascienden fronteras y no pueden afrontarse de manera aislada. Requieren cooperación internacional, solidaridad y mecanismos colectivos que pongan en el centro la dignidad de las personas y la sostenibilidad del planeta. Este artículo examina cuatro de los retos más urgentes y su relación con la cooperación al desarrollo, con referencias al marco global, europeo y español.
Cambio climático: emergencia planetaria
El cambio climático es probablemente el mayor desafío del siglo XXI. El aumento de las temperaturas, la desertificación, la subida del nivel del mar y los fenómenos meteorológicos extremos afectan especialmente a las poblaciones más vulnerables, que son también las que menos han contribuido a las emisiones de gases de efecto invernadero.
- En África subsahariana, la desertificación compromete la seguridad alimentaria.
- En el Sudeste Asiático, millones de personas viven en zonas costeras amenazadas por la subida del nivel del mar.
- En América Latina, sequías y huracanes golpean con fuerza creciente.
La cooperación internacional se ha concretado en mecanismos como el Acuerdo de París (2015) y los Fondos Verdes para el Clima, destinados a financiar la mitigación y adaptación en países en desarrollo. Sin embargo, los compromisos de financiación (100.000 millones de dólares anuales) todavía no se han cumplido plenamente, lo que genera desconfianza en el Sur global.
En Europa, la Estrategia del Pacto Verde Europeo busca liderar la transición energética, aunque enfrenta contradicciones internas y críticas por externalizar costes hacia terceros países. En España, los retos se vinculan al impacto de la desertificación, los incendios forestales y la transición energética justa, que exige políticas coherentes tanto a nivel interno como en la cooperación exterior.
Pandemias y salud global: lecciones de la COVID-19
La pandemia de la COVID-19 reveló la interdependencia radical del mundo contemporáneo. Un virus surgido en un lugar se propagó rápidamente, afectando a todos los países y generando una crisis sanitaria, económica y social sin precedentes recientes.
La respuesta internacional mostró luces y sombras:
- La creación de COVAX, iniciativa multilateral para garantizar el acceso equitativo a vacunas, fue un esfuerzo innovador, pero insuficiente: en 2021, mientras en Europa la vacunación superaba el 70 %, en África apenas alcanzaba el 10 %.
- La suspensión temporal de patentes propuesta en la Organización Mundial del Comercio (OMC) para facilitar la producción de vacunas fue bloqueada durante meses por algunos países desarrollados.
La pandemia evidenció que la salud es un bien público global. Ningún país está seguro hasta que todos lo estén. La cooperación debe reforzar los sistemas sanitarios de los países más frágiles, invertir en investigación compartida y garantizar el acceso universal a medicamentos y vacunas.
En el ámbito europeo, se avanzó hacia una mayor coordinación sanitaria, y en España, la cooperación sanitaria ha ganado peso como prioridad sectorial. No obstante, la crisis dejó una lección clave: la solidaridad internacional no puede depender solo de voluntarismo, sino que debe institucionalizarse y financiarse de manera predecible.
Desigualdad: el desafío transversal
La desigualdad es un fenómeno multidimensional que atraviesa todos los retos globales. La globalización ha generado crecimiento económico, pero también ha acentuado brechas: entre países, entre regiones, entre clases sociales y entre géneros.
Según datos de Oxfam, durante la pandemia los multimillonarios aumentaron su riqueza mientras millones de personas caían en la pobreza. Las desigualdades no solo son económicas, sino también de acceso a educación, salud, empleo digno o participación política.
La cooperación al desarrollo ha puesto históricamente el acento en la reducción de la pobreza extrema, pero hoy se reconoce que combatir la desigualdad es igualmente crucial para lograr sociedades sostenibles y cohesionadas.
- A nivel global, implica reformas en la fiscalidad internacional, control de paraísos fiscales y regulación de multinacionales.
- En Europa, significa políticas redistributivas y de cohesión social que eviten fracturas internas.
- En España, supone articular la cooperación con agendas internas de equidad, género y derechos sociales, vinculando la justicia global con la justicia social.
Migraciones: movilidad en un mundo desigual
Las migraciones internacionales son una realidad estructural del mundo contemporáneo: más de 280 millones de personas viven fuera de su país de origen. Sin embargo, los discursos políticos a menudo las presentan como crisis, amenaza o problema.
Las causas son múltiples: conflictos, pobreza, falta de oportunidades, cambio climático. La cooperación al desarrollo puede y debe contribuir a abordar las causas profundas de la migración forzada, pero sin caer en la instrumentalización de la ayuda como herramienta de control migratorio.
Europa ha recurrido en ocasiones a acuerdos con terceros países para contener los flujos migratorios, condicionando la ayuda a la colaboración en el control de fronteras. Esta práctica plantea dilemas éticos y estratégicos: ¿puede llamarse cooperación cuando la prioridad es disuadir la movilidad y no promover derechos?
España, país de origen, tránsito y destino, se encuentra en el centro de este debate. Su cooperación en el Magreb y África subsahariana está marcada por la intersección entre solidaridad y control migratorio. Al mismo tiempo, las comunidades migrantes en España son actores de cooperación a través de iniciativas de codesarrollo.
La visión transformadora pasa por reconocer la migración como derecho y como oportunidad, promoviendo la integración, el respeto a los derechos humanos y la movilidad circular.
Retos globales interconectados
Cambio climático, pandemias, desigualdad y migraciones no son fenómenos aislados. Se alimentan mutuamente:
- El cambio climático genera desplazamientos y agrava desigualdades.
- Las pandemias golpean más fuerte en contextos de pobreza y exclusión.
- Las desigualdades aumentan la vulnerabilidad frente a crisis ambientales o sanitarias.
- Las migraciones reflejan tanto la búsqueda de seguridad como las brechas de desarrollo.
Por ello, la cooperación internacional no puede abordarlos de manera fragmentada. Se requiere un enfoque integral e intersectorial, que articule políticas económicas, sociales y ambientales, tanto a nivel interno como global.
Oportunidades y limitaciones de la cooperación internacional
La cooperación tiene un papel relevante, pero limitado, en el abordaje de estos retos. Algunos puntos clave:
- Oportunidades:
- Financiar proyectos de adaptación climática y transición energética justa.
- Reforzar sistemas de salud en países frágiles.
- Apoyar políticas redistributivas e inclusivas.
- Promover canales seguros y ordenados de migración.
- Limitaciones:
- La ayuda es pequeña en comparación con los flujos financieros globales (inversión extranjera, deuda, comercio).
- La falta de coherencia con otras políticas puede neutralizar los esfuerzos (ejemplo: financiar adaptación climática mientras se exportan combustibles fósiles).
- La competencia geopolítica (EE. UU., China, Rusia, UE) condiciona las prioridades de la cooperación.
El papel de Europa y España
Europa tiene una responsabilidad especial: como mayor donante mundial, como potencia económica y como actor político global. Su liderazgo en la lucha contra el cambio climático y en la promoción de la Agenda 2030 será crucial para generar confianza con el Sur global.
España, por su parte, puede aportar valor añadido en áreas específicas:
- Cambio climático: experiencia en gestión del agua y energías renovables.
- Salud global: redes de cooperación con América Latina.
- Migraciones: una posición singular como puente entre Europa, África y América Latina.
- Desigualdad: una fuerte tradición de cooperación descentralizada y de implicación ciudadana.
Conclusión
Los grandes retos globales del siglo XXI no se resolverán con respuestas nacionales ni con soluciones parciales. El cambio climático, las pandemias, la desigualdad y las migraciones exigen un nuevo pacto de solidaridad internacional, basado en la corresponsabilidad y la justicia global.
La cooperación al desarrollo es una herramienta imprescindible, pero debe articularse con la coherencia de políticas, la participación ciudadana y un compromiso político firme. Solo así podrá contribuir a transformar la interdependencia en oportunidad, y a convertir los desafíos en un impulso hacia sociedades más justas, resilientes y sostenibles.
Preguntas para el debate
- ¿Por qué el cambio climático debe considerarse un problema de justicia global y no solo ambiental?
- ¿Qué enseñanzas deja la gestión de la COVID-19 para futuras crisis sanitarias?
- ¿Cómo debería la cooperación internacional abordar la creciente desigualdad económica?
- ¿Es posible gestionar las migraciones como oportunidad y no como amenaza?
- ¿Cómo se relacionan entre sí los retos de clima, salud, desigualdad y migraciones?