A lo largo de los once artículos anteriores hemos recorrido la historia, los actores, las tensiones, los dilemas y las nuevas dinámicas de la cooperación al desarrollo. Hemos visto cómo nació tras la Segunda Guerra Mundial, cómo se transformó con la descolonización y la Guerra Fría, cómo se amplió con la Agenda 2030, y cómo se enfrenta hoy a retos globales como el cambio climático, las pandemias, la desigualdad o las migraciones.
Este artículo de cierre sintetiza las principales ideas y debates expuestos y plantea propuestas para avanzar hacia una cooperación transformadora, capaz de responder a las demandas de justicia global y sostenibilidad que nos plantea el siglo XXI.
Lecciones del recorrido histórico
La evolución de la cooperación nos deja varias lecciones clave:
- De la asistencia al partenariado: la cooperación ya no puede entenderse como un acto de caridad unilateral, sino como una relación de corresponsabilidad y horizontalidad.
- El papel del contexto internacional: la cooperación siempre ha estado condicionada por la geopolítica, desde la Guerra Fría hasta las actuales rivalidades entre potencias.
- Los límites de la ayuda: la AOD es necesaria pero insuficiente; lo decisivo son las reglas económicas, fiscales, comerciales y ambientales que configuran el orden mundial.
- La importancia de los actores no estatales: ONGD, universidades, movimientos sociales y empresas han ampliado el ecosistema de la cooperación, introduciendo innovación y pluralidad.
El sistema internacional en transformación
El sistema internacional de ayuda se caracteriza hoy por:
- La presencia creciente de nuevos donantes (China, India, Brasil) que desafían el monopolio histórico del Norte.
- La consolidación de la cooperación Sur-Sur y triangular como modalidades alternativas.
- La centralidad de los bienes públicos globales (clima, salud, paz, biodiversidad).
- La crisis del multilateralismo, marcada por tensiones geopolíticas que dificultan la cooperación global.
En este contexto, Europa sigue siendo el mayor donante mundial, pero necesita renovar su legitimidad evitando condicionar la ayuda a intereses de control migratorio o de seguridad.
España: avances y debilidades
La cooperación española ha recorrido un camino importante desde los años ochenta:
- Consolidación institucional con la Ley de 1998 y su actualización en 2022.
- Un modelo singular de cooperación descentralizada, con protagonismo de comunidades autónomas y municipios.
- Una red de ONGD y universidades activas en proyectos, sensibilización e incidencia política.
Pero persisten debilidades:
- Recursos insuficientes (muy lejos todavía del 0,7 % de la RNB).
- Fragmentación y falta de coordinación.
- Vulnerabilidad ante los ciclos políticos y económicos.
La nueva ley abre una ventana de oportunidad para reforzar la cooperación como política de Estado, alineada con la Agenda 2030.
Coherencia de políticas: condición imprescindible
Una de las ideas más reiteradas es que no basta con más ayuda: se requiere coherencia de políticas para el desarrollo sostenible. Esto significa:
- Revisar políticas agrícolas, comerciales y fiscales que afectan negativamente a los países del Sur.
- Asegurar que las políticas migratorias respeten los derechos humanos.
- Evitar la contradicción de financiar adaptación climática mientras se apoyan proyectos de combustibles fósiles.
- Controlar la exportación de armas a países en conflicto.
Sin coherencia, la cooperación corre el riesgo de ser un discurso vacío.
Ética y justicia como brújula
Los dilemas éticos atraviesan toda la cooperación. Frente al paternalismo y la instrumentalización política, se impone una brújula clara:
- Justicia global: la cooperación no es caridad, sino un deber derivado de la interdependencia y la responsabilidad histórica.
- Derechos humanos: deben orientar todas las acciones, desde la ayuda humanitaria hasta las alianzas con empresas.
- Justicia climática: los países emisores históricos tienen la obligación de financiar la adaptación y compensar las pérdidas y daños en los países más vulnerables.
Retos globales ineludibles
Los grandes retos del siglo XXI exigen cooperación internacional:
- El cambio climático, que amenaza ecosistemas y modos de vida.
- Las pandemias, que requieren sistemas de salud fuertes y acceso equitativo a vacunas.
- La desigualdad, que mina la cohesión social y la democracia.
- Las migraciones, que deben abordarse como derecho y oportunidad, no solo como problema.
La cooperación debe situar estos retos en el centro de sus prioridades, evitando la tentación de reducirse a un instrumento de política exterior.
Actores no gubernamentales: motor de legitimidad
ONGD, movimientos sociales, universidades, comunidades migrantes y entidades locales aportan legitimidad, innovación y cercanía a la cooperación. Sus aportes deben ser reforzados:
- Garantizando financiación estable y plural.
- Reconociendo su papel en la educación para la ciudadanía global.
- Fomentando alianzas entre actores públicos y sociales.
En el caso español, el codesarrollo impulsado por asociaciones de migrantes es un ejemplo de innovación valiosa.
Nuevas dinámicas: digitalización y cooperación multiactor
La digitalización, las alianzas público-privadas y la cooperación Sur-Sur están redefiniendo el panorama. España y Europa deben aprovechar estas oportunidades, pero con cautela:
- Promoviendo una soberanía digital justa, que evite nuevas dependencias tecnológicas.
- Regulando la participación empresarial para que respete derechos y sostenibilidad.
- Impulsando la cooperación triangular como espacio de aprendizaje mutuo.
Educación para la ciudadanía global: el cambio empieza en casa
Una cooperación transformadora no depende solo de gobiernos, sino también de una ciudadanía consciente y crítica. La educación para la ciudadanía global es fundamental para:
- Explicar la interdependencia planetaria.
- Promover valores de solidaridad y justicia.
- Impulsar estilos de vida sostenibles y responsables.
- Empoderar a la juventud como protagonista de la transformación.
Propuestas para una cooperación transformadora
A modo de síntesis, se plantean algunas propuestas clave para el futuro:
- Cumplir con los compromisos financieros: alcanzar el 0,7 % de la RNB en AOD en 2030, con presupuestos estables y predecibles.
- Reforzar el multilateralismo: apoyar a la ONU, la UE y los mecanismos globales de bienes públicos, frente a la fragmentación geopolítica.
- Garantizar coherencia de políticas: integrar la perspectiva de desarrollo sostenible en comercio, migraciones, energía, fiscalidad y seguridad.
- Poner la ética en el centro: cooperación guiada por derechos humanos, justicia global y equidad intergeneracional.
- Fortalecer a la sociedad civil: ONGD, movimientos sociales, universidades y comunidades migrantes como pilares de legitimidad y proximidad.
- Apostar por la innovación justa: digitalización, ciencia abierta y cooperación Sur-Sur como motores de un desarrollo más horizontal y sostenible.
- Impulsar la educación para la ciudadanía global: consolidar su presencia en escuelas, universidades y espacios comunitarios.
Conclusión
La cooperación al desarrollo está en un punto de inflexión. Ante un mundo marcado por crisis globales interdependientes, no basta con mantener el statu quo: se requiere una cooperación transformadora, que combine recursos financieros con cambios estructurales en las políticas internacionales y en la conciencia ciudadana.
Europa y España tienen la oportunidad de ser referentes en esta transformación, siempre que asuman la cooperación como política de Estado, coherente y basada en principios éticos. La tarea no es sencilla, pero tampoco es opcional: en un mundo interconectado, la justicia global es la condición de posibilidad para la sostenibilidad y la paz.
Preguntas para el debate
- ¿Qué significa realmente hablar de “cooperación transformadora”?
- ¿Qué reformas son más urgentes: aumentar los fondos, garantizar coherencia o reforzar la participación social?
- ¿Debe la cooperación internacional ser entendida como política de Estado, más allá de cambios de gobierno?
- ¿Qué papel pueden desempeñar la juventud y los movimientos sociales en redefinir la cooperación?
- ¿Es posible compatibilizar intereses nacionales y justicia global en un mundo interdependiente?