Frente al dominio de las grandes corporaciones tecnológicas, han surgido movimientos que imaginan y construyen un Internet alternativo, basado en la cooperación, la apertura y la gestión colectiva. Bajo la idea de Internet de la gente se agrupan iniciativas como el software libre, las licencias abiertas, los comunes digitales y las infraestructuras distribuidas.
Lejos de ser utopías marginales, estas experiencias han demostrado que es posible construir sistemas tecnológicos eficientes y sostenibles fuera de la lógica del oligopolio. Este artículo explora su historia, sus principios y sus desafíos de cara a 2030.
Comunes digitales: un bien compartido
Los comunes digitales son recursos creados, gestionados y utilizados colectivamente en beneficio de toda la sociedad. Se caracterizan por tres rasgos:
- Acceso abierto: cualquier persona puede usarlos sin barreras restrictivas.
- Licencias libres: garantizan que el conocimiento pueda ser copiado, modificado y redistribuido.
- Gestión comunitaria: su sostenibilidad depende de comunidades de usuarios y desarrolladores.
Ejemplos emblemáticos:
- Wikipedia, la enciclopedia colaborativa más grande del mundo.
- OpenStreetMap, un mapa global editable por cualquier usuario.
- ArXiv y otros repositorios de ciencia abierta.
Los comunes digitales demuestran que la cooperación descentralizada puede producir bienes de calidad mundial, compitiendo incluso con proyectos privados.
Software libre: la semilla del Internet abierto
El software libre es quizás la expresión más influyente de los comunes digitales. Su filosofía, impulsada por Richard Stallman y la Free Software Foundation en los años 80, se basa en cuatro libertades:
- Usar el programa con cualquier propósito.
- Estudiar cómo funciona y adaptarlo a las propias necesidades.
- Redistribuir copias.
- Mejorar el programa y compartir esas mejoras.
De esta filosofía nacieron sistemas como GNU/Linux, que hoy sustentan gran parte de los servidores de Internet, o navegadores como Firefox. Paradójicamente, muchas infraestructuras críticas de las grandes corporaciones también se basan en software libre, aunque luego se integren en modelos de negocio cerrados.
Licencias abiertas y cultura compartida
Más allá del software, las licencias abiertas como Creative Commons han permitido que millones de obras (textos, imágenes, música, videos) circulen y se reutilicen legalmente, fomentando una cultura de colaboración y creación colectiva.
En el ámbito científico, el movimiento open access busca que las publicaciones y datos financiados con fondos públicos sean accesibles sin barreras de pago. Esto no solo democratiza el conocimiento, sino que acelera el progreso científico.
Infraestructuras distribuidas: un Internet descentralizado
Uno de los mayores riesgos de la concentración tecnológica es que el control de la infraestructura queda en pocas manos. Para contrarrestarlo, han surgido proyectos de infraestructuras distribuidas:
- Redes comunitarias de telecomunicaciones: gestionadas por vecinos o colectivos locales, como Guifi.net en Cataluña.
- Protocolos descentralizados: blockchain y tecnologías peer-to-peer que eliminan la necesidad de intermediarios.
- Plataformas federadas: como Mastodon, que permiten redes sociales interconectadas sin depender de un único servidor corporativo.
Estos modelos reducen la vulnerabilidad frente a monopolios y censuras, y fomentan un Internet más resiliente y democrático.
Desafíos de los comunes digitales
Aunque prometedores, los comunes digitales enfrentan importantes obstáculos:
- Sostenibilidad económica: muchos proyectos dependen del voluntariado y carecen de modelos de financiación estables.
- Visibilidad y adopción: las soluciones libres suelen ser menos conocidas que las comerciales, a pesar de su calidad.
- Brechas de participación: no todas las comunidades tienen los recursos o conocimientos necesarios para sostener proyectos colaborativos.
- Captura corporativa: algunas empresas utilizan software libre sin reinvertir en su mantenimiento, generando tensiones en las comunidades.
El potencial transformador de los comunes
A pesar de estos retos, los comunes digitales son esenciales para construir un Internet más justo:
- Democratizan el conocimiento: eliminan barreras económicas y de propiedad intelectual excesiva.
- Fomentan la innovación abierta: al permitir que cualquiera mejore los proyectos existentes.
- Refuerzan la soberanía digital: al reducir la dependencia de infraestructuras y plataformas extranjeras.
- Promueven valores de cooperación y solidaridad frente a la lógica extractiva del capitalismo digital.
Políticas públicas para un Internet de la gente
Los Estados y organismos internacionales pueden desempeñar un papel clave en el fortalecimiento de los comunes digitales:
- Inversión en software libre para la administración pública.
- Apoyo a infraestructuras comunitarias con financiamiento y capacitación.
- Políticas de ciencia abierta que obliguen a publicar resultados financiados con fondos públicos en acceso abierto.
- Incorporación de licencias abiertas en proyectos educativos y culturales.
De esta forma, lo que hoy aparece como alternativa podría convertirse en un pilar central de la digitalización democrática.
Conclusión
El futuro de Internet no está escrito. Aunque las grandes corporaciones concentran poder e infraestructuras, existen caminos alternativos basados en cooperación, apertura y autogestión. El Internet de la gente no es una utopía irrealizable: ya funciona en proyectos concretos que millones de personas usan cada día, desde Wikipedia hasta las redes comunitarias.
El desafío hacia 2030 es consolidar estos modelos, ampliar su escala y garantizar que los comunes digitales no sean solo refugios alternativos, sino estructuras centrales de un ecosistema digital más democrático, sostenible y humano.
Preguntas para el debate
- ¿Qué condiciones serían necesarias para que los comunes digitales compitan en igualdad con las plataformas corporativas?
- ¿Deberían los Estados priorizar el uso de software libre en sus instituciones como política pública?
- ¿Cómo garantizar la sostenibilidad económica de proyectos comunitarios y de código abierto?
- ¿Qué riesgos implica que las infraestructuras digitales básicas estén en manos de corporaciones privadas y extranjeras?
- ¿Es posible imaginar un Internet futuro basado principalmente en bienes comunes y redes distribuidas?