La Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) han marcado un punto de inflexión en la relación entre empresas, Estados y ciudadanía. Ya no basta con que los gobiernos impulsen políticas públicas responsables: es indispensable que las empresas alineen sus estrategias con los objetivos globales de sostenibilidad.
Sin embargo, este proceso requiere un marco claro que evite contradicciones y garantice que los esfuerzos de unos no sean neutralizados por las decisiones de otros. Aquí cobra relevancia la Coherencia de Políticas para el Desarrollo Sostenible (CPDS): un principio que busca asegurar que las políticas, y también las prácticas empresariales, sean consistentes, complementarias y converjan hacia metas comunes.
De la RSE al compromiso con los ODS
La Responsabilidad Social Empresarial (RSE) surgió en los años noventa como un enfoque voluntario: las empresas adoptaban medidas éticas, sociales o ambientales más allá de sus obligaciones legales. Con el tiempo, la noción evolucionó hacia los criterios ESG (ambientales, sociales y de gobernanza) y, con la Agenda 2030, hacia el alineamiento explícito con los ODS.
Este tránsito refleja un cambio cultural: ya no se trata solo de “hacer filantropía”, sino de integrar la sostenibilidad en el núcleo de la estrategia empresarial.
El Pacto Mundial de la ONU: un estándar global
En el año 2000, Naciones Unidas lanzó el Pacto Mundial (Global Compact), una iniciativa que invita a las empresas a adoptar diez principios en derechos humanos, estándares laborales, medio ambiente y anticorrupción.
Con más de 16.000 participantes en 160 países, el Pacto Mundial es hoy el marco de referencia más difundido a nivel global para evaluar la sostenibilidad corporativa. En España, más de 2.100 entidades forman parte de la Red Española del Pacto Mundial, lo que convierte al país en uno de los más activos en esta iniciativa.
Pero la adhesión no basta: los críticos señalan que en muchos casos se convierte en un ejercicio de greenwashing si no se traduce en cambios verificables en las prácticas empresariales.
Coherencia de Políticas para el Desarrollo Sostenible (CPDS): un marco necesario
La CPDS busca garantizar que las políticas públicas y privadas no se contradigan entre sí y trabajen de manera conjunta hacia el cumplimiento de los ODS.
Un ejemplo claro:
- Un gobierno que promueve energías renovables pero mantiene subsidios a los combustibles fósiles incurre en incoherencia.
- Una empresa que anuncia compromisos de neutralidad climática mientras externaliza producción a países con baja protección ambiental también actúa incoherentemente.
La CPDS invita a pensar las políticas (estatales, empresariales o ciudadanas) de manera integral y sistémica, evitando que los avances en un área generen retrocesos en otra.
Empresas y coherencia de políticas: el reto de la alineación
Para las empresas, la CPDS implica:
- Integración transversal: que la sostenibilidad no sea solo un departamento, sino un principio que guíe todas las decisiones.
- Coherencia en la cadena de valor: no basta con reducir emisiones en la sede central si los proveedores mantienen prácticas destructivas.
- Alineamiento con las políticas públicas: colaborar con los gobiernos en lugar de obstaculizar medidas regulatorias.
- Transparencia y verificación: reportes claros y auditados que permitan evaluar avances reales.
Un caso de incoherencia frecuente en España y Europa son las grandes compañías energéticas, que invierten en renovables mientras continúan expandiendo proyectos de extracción de gas y petróleo.
Europa y España: entre la vanguardia y las contradicciones
La Unión Europea se ha convertido en un referente global con iniciativas como el Pacto Verde Europeo, la Taxonomía de Finanzas Sostenibles y la Directiva CSRD sobre reporte de sostenibilidad. Estos marcos buscan obligar a las empresas a integrar criterios ambientales, sociales y de gobernanza en sus decisiones.
En España, la Ley 11/2018 obliga a las grandes empresas a presentar informes no financieros sobre sostenibilidad. Además, la Estrategia Española de Desarrollo Sostenible 2030 incluye la CPDS como principio transversal.
Sin embargo, persisten incoherencias: mientras se promueven planes de transición energética, continúan autorizándose macroproyectos urbanísticos y extractivos con alto impacto ambiental.
La ciudadanía como vigilante de la coherencia
La CPDS no es solo un asunto de gobiernos y empresas: la ciudadanía juega un papel clave al exigir coherencia entre discursos y prácticas. Herramientas como la contratación pública responsable, las campañas de consumo consciente o la presión de movimientos sociales contribuyen a desenmascarar incoherencias y obligar a cambios.
Ejemplo: la presión ciudadana en España y Europa ha impulsado a bancos y aseguradoras a desinvertir en carbón y a comprometerse con criterios de sostenibilidad.
Desafíos para 2030
Los principales retos para lograr coherencia real son:
- Superar la fragmentación: políticas climáticas, sociales y económicas siguen siendo diseñadas en compartimentos estancos.
- Regular el greenwashing: evitar que la sostenibilidad sea solo un discurso de marketing.
- Alcanzar coherencia global: las empresas y gobiernos europeos deben garantizar que sus políticas no generen impactos negativos en países del Sur global.
- Medir y evaluar: contar con indicadores claros de coherencia de políticas, más allá del cumplimiento formal de los ODS.
Conclusión: coherencia como brújula de la gobernanza sostenible
La responsabilidad social empresarial y el alineamiento con los ODS solo serán creíbles si se insertan en un marco de coherencia de políticas para el desarrollo sostenible. No se trata de sumar iniciativas dispersas, sino de articular esfuerzos de gobiernos, empresas y ciudadanía en una misma dirección.
La CPDS es, en definitiva, una brújula que recuerda que cada decisión cuenta y que los avances en un área no deben lograrse a costa de retrocesos en otra.
De cara a 2030, la clave no será cuántas empresas firmen compromisos o cuántos gobiernos adopten planes, sino qué grado de coherencia logremos entre ellos. Solo entonces podremos hablar de una verdadera gobernanza orientada al bien común.
Preguntas para el debate
- ¿Qué significa en la práctica la Coherencia de Políticas para el Desarrollo Sostenible (CPDS)?
- ¿Cómo puede la CPDS aplicarse a las estrategias empresariales concretas?
- ¿Qué incoherencias políticas o empresariales actuales impiden avanzar hacia los ODS?
- ¿Cómo garantizar que la CPDS no se convierta en un concepto vacío o burocrático?
- ¿Qué papel tiene la ciudadanía en vigilar la coherencia de políticas?