La mujer rural ha sido y sigue siendo pieza clave en la sostenibilidad de los pueblos. En la agricultura y la ganadería, en el cuidado de los hogares y de la comunidad, en la transmisión de saberes y cultura. Sin embargo, este papel rara vez se ha traducido en reconocimiento legal, económico o social.
Invisibilidad histórica y avances legales
Durante décadas, las mujeres han participado en las explotaciones agrícolas y ganaderas familiares, pero la titularidad ha quedado casi siempre registrada a nombre del varón. Las mujeres no aparecían como titulares a efectos legales, con consecuencias directas: sin acceso a ayudas de la PAC, sin cotizaciones sociales propias, sin derecho a pensión contributiva.
Para paliar esta injusticia se aprobó en 2011 la Ley de Titularidad Compartida de las Explotaciones Agrarias (Ley 35/2011). Su objetivo era reconocer legalmente el trabajo de las mujeres en el campo y facilitar que compartieran con sus parejas la titularidad de la explotación, con los mismos derechos y obligaciones.
¿Qué permite esta ley?
- Que ambos cónyuges o convivientes figuren como titulares de la explotación.
- Acceso conjunto a subvenciones, ayudas de la PAC y beneficios fiscales.
- Reconocimiento a efectos de Seguridad Social, con posibilidad de cotizar y generar pensión propia.
- Mayor visibilidad estadística y política de la presencia femenina en la agricultura.
La realidad: avances lentos
Aunque la ley fue pionera en Europa, su implantación ha sido limitada:
- Según el Ministerio de Agricultura, en 2023 había en torno a 1.200 explotaciones inscritas en titularidad compartida, una cifra muy baja frente a los más de 900.000 perceptores de ayudas de la PAC en España.
- Los motivos: desconocimiento de la ley, trabas burocráticas, escasa difusión institucional y reticencia cultural en algunos territorios.
En la práctica, la mayoría de mujeres rurales siguen sin aparecer como titulares, lo que perpetúa la invisibilidad y las desigualdades económicas.
Las mujeres representan el 48% de la población rural en España (INE, 2023), pero solo el 28,6% son jefas de explotación, 261.634 mujeres en comparación con 653.237 hombres, según el último Censo Agrario del Instituto Nacional de Estadística (INE).
Retos específicos de las mujeres rurales
Más allá de la titularidad, las mujeres rurales enfrentan retos estructurales:
- Brecha de acceso a la propiedad y recursos
- Menor acceso a tierra y financiación para proyectos productivos.
- Escasez de avales y garantías, sobre todo en jóvenes emprendedoras.
- Sobrecarga de cuidados
- Las mujeres rurales asumen mayoritariamente el cuidado de menores, mayores y dependientes, limitando su disponibilidad para el trabajo remunerado.
- Menor representación en espacios de decisión
- Solo un 25% de los cargos directivos en cooperativas agroalimentarias están ocupados por mujeres (MAPA, 2023).
Potencial transformador
Allí donde las mujeres participan de forma activa y reconocida, se observa un cambio:
- Apuesta por modelos productivos sostenibles (ecológicos, de cercanía).
- Impulso de cooperativas y redes de apoyo que fortalecen la vida comunitaria.
- Diversificación hacia sectores emergentes: turismo cultural, industrias creativas, servicios de cuidados.
- Liderazgo en proyectos que integran economía, sostenibilidad y cohesión social.
Políticas necesarias
Para que el potencial femenino en el campo se despliegue plenamente, son necesarias medidas claras:
- Difusión y simplificación de la Ley de Titularidad Compartida, acompañada de incentivos para superar resistencias.
- Programas de acceso a tierra, crédito y formación adaptada.
- Refuerzo de servicios públicos que faciliten la conciliación y reduzcan la sobrecarga de cuidados.
- Impulso a la participación femenina en órganos de decisión locales, cooperativas y asociaciones.
- Redes de mujeres rurales que visibilicen logros y multipliquen oportunidades.
Políticas y programas en marcha
- Estrategia Nacional frente al Reto Demográfico: incluye medidas específicas para promover el emprendimiento femenino y la conciliación.
- Planes de Igualdad en el Medio Rural (autonomías como Castilla-La Mancha, Navarra o Galicia): subvenciones para proyectos liderados por mujeres.
- PAC 2023-2027: bonificación de puntos en convocatorias para mujeres jóvenes agricultoras.
- Red Rural Nacional: fomenta redes de intercambio y formación en liderazgo femenino.
Formación y redes
La capacitación en gestión empresarial, marketing digital o innovación es clave para el éxito. Programas como Desafío Mujer Rural (MAPA + EOI) o Ruraltivity gestionado po FADEMUR (Federación de Asociaciones de Mujeres Rurales) ofrecen formación y mentorización gratuita para mujeres emprendedoras.
Las redes de mujeres rurales cumplen otra función vital: generan apoyo mutuo, comparten experiencias y crean oportunidades de negocio conjuntas.
El liderazgo femenino aumenta la diversificación económica local, mejora la cohesión social y la participación ciudadana y favorece la igualdad intergeneracional al transmitir modelos de referencia a niñas y jóvenes.
Preguntas para el debate
- ¿Qué barreras estructurales siguen limitando el liderazgo femenino en el medio rural?
- ¿Cómo influyen los estereotipos de género en el acceso a la propiedad y a la financiación?
- ¿Qué impacto tienen las redes de mujeres rurales en el desarrollo local?
- ¿Cómo integrar la perspectiva de género en las políticas rurales?
- ¿Qué ejemplos muestran que el liderazgo femenino transforma comunidades?