El agua potable y el saneamiento seguro son reconocidos desde 2010 por la Asamblea General de la ONU como derechos humanos esenciales. Sin embargo, millones de personas todavía viven privadas de estos servicios básicos, con consecuencias directas sobre la salud, la educación y el desarrollo económico.
Agua potable: más cerca, pero no para todos
En las últimas décadas, el avance ha sido innegable. La proporción de la población mundial con acceso a servicios básicos de agua potable ha crecido de forma sostenida. Sin embargo, el progreso es desigual: mientras en zonas urbanas el acceso se acerca al 97%, en áreas rurales la cifra cae drásticamente, y en regiones como el África subsahariana, millones siguen dependiendo de fuentes no mejoradas como pozos sin protección o ríos contaminados.
La distancia física también importa. En muchas comunidades, especialmente en zonas áridas, obtener agua implica recorrer varios kilómetros cada día, una tarea que suele recaer sobre mujeres y niñas, limitando sus oportunidades de educación y empleo.
El otro desafío: saneamiento e higiene
Si el acceso al agua potable es una deuda, el saneamiento es una herida abierta. El progreso en este ámbito ha sido más lento y desigual. Falta de letrinas seguras, sistemas de alcantarillado insuficientes y la ausencia de instalaciones para el lavado de manos se combinan para crear un caldo de cultivo para enfermedades como el cólera, la diarrea o la fiebre tifoidea.
En muchos casos, la carencia de saneamiento no es solo una cuestión de salud pública, sino también de dignidad y seguridad. La ausencia de instalaciones privadas y seguras expone especialmente a mujeres y niñas a riesgos de violencia y acoso.
El estado actual del acceso
Según el Informe Conjunto OMS/UNICEF 2023, 2.200 millones de personas no tienen acceso a servicios de agua potable gestionados de forma segura. Esto significa que el agua que utilizan no está protegida de la contaminación, no se suministra de forma continua o no está disponible en el hogar. La falta de acceso afecta de manera desproporcionada a zonas rurales: 8 de cada 10 personas sin agua potable segura viven fuera de áreas urbanas.
En cuanto al acceso a saneamiento e higiene más de 3.500 millones de personas carecen de saneamiento gestionado de forma segura y más de 419 millones aún practican la defecación al aire libre. El acceso deficiente a higiene básica (como lavarse las manos con agua y jabón) afecta a 2.000 millones de personas.
Según datos de ONU Agua el tiempo medio diario invertido en la recolección de agua en zonas rurales es de en torno a 2 horas y según el Banco Mundial el porcentaje de aguas residuales tratadas en países de ingresos bajos es inferior al 10%.
Estos datos no son solo estadísticas: representan vidas condicionadas por la escasez y la inseguridad.
La cadena invisible: agua, salud y desarrollo
La falta de agua potable y saneamiento e higiene adecuados (WASH por sus siglas en inglés) se traduce en enfermedades, gastos médicos, pérdida de jornadas laborales y escolares, y ciclos de pobreza que se perpetúan de generación en generación. Cada dólar invertido en mejorar el acceso al agua y saneamiento puede generar un retorno de hasta cuatro dólares en beneficios económicos gracias a la reducción de enfermedades y el aumento de la productividad.
Las enfermedades diarreicas, muchas veces transmitidas por agua contaminada, causan 485.000 muertes anuales. La falta de saneamiento y agua segura aumenta la prevalencia de enfermedades tropicales desatendidas como la esquistosomiasis y el tracoma.
El vínculo con la educación es especialmente claro: en zonas donde las escuelas carecen de instalaciones sanitarias, la asistencia de las niñas disminuye drásticamente, especialmente durante la menstruación. Así, el acceso al agua y al saneamiento no es solo una cuestión de salud, sino también de igualdad de oportunidades.
Proyectos y programas internacionales
Numerosos proyectos y programas ofrecen financiación y recursos para contribuir a resolver este enorme desafío:
1. Water.org. Fundada por Gary White y Matt Damon, ha facilitado acceso a agua y saneamiento a más de 60 millones de personas mediante microfinanzas y soluciones adaptadas a comunidades.
2. Programa WASH de UNICEF. Opera en más de 100 países, instalando sistemas de agua segura, letrinas, puntos de lavado de manos y promoviendo educación en higiene, con foco especial en emergencias humanitarias.
3. Rural Water Supply Network (RWSN). Una red global que apoya a gobiernos y ONG en la mejora de la fiabilidad y sostenibilidad de los sistemas de abastecimiento rural, con énfasis en el mantenimiento comunitario.
4. Global Sanitation Fund. Gestionado por Water Supply and Sanitation Collaborative Council (WSSCC), financia programas que han beneficiado a más de 27 millones de personas en África y Asia, eliminando la defecación al aire libre.
5. ONE DROP Foundation. Combina proyectos de infraestructura con programas artísticos y culturales para promover cambios de comportamiento en higiene y uso del agua.
Cerrar la brecha: soluciones posibles
El reto es doble: por una parte, con la financiación necesaria (la cooperación internacional es imprescindible) hay que acometer la dotación de infraestructuras y garantizar su mantenimiento a largo plazo y, por otra parte, hay que actuar sobre la gobernanza asegurando que las comunidades participen en la gestión y que exista un marco legal que respalde el derecho al agua y al saneamiento.
Las experiencias más exitosas suelen integrar: tecnología adaptada al contexto local (pozos protegidos, sistemas de filtrado doméstico, letrinas ecológicas); participación comunitaria desde el diseño hasta el mantenimiento; y, educación en higiene vinculada a las infraestructuras.
Preguntas para el debate
- ¿Qué barreras impiden aún el acceso universal al agua segura?
- ¿Qué diferencias existen entre acceso físico y acceso económico al agua?
- ¿Cómo impacta la falta de saneamiento en la salud y el desarrollo?
- ¿Qué estrategias han demostrado mayor efectividad para ampliar la cobertura de saneamiento en zonas rurales?
- ¿Es viable alcanzar la cobertura universal de aquí a 2030?