Estrategias y decisiones para un modelo energético 5D

En este número de Desafíos 2030 hemos abordado los grandes retos, principios y propuestas que configuran el tránsito hacia un nuevo modelo energético 5D: Descarbonizado, Desconcentrado, Distribuido, Digitalizado y Democrático. Hemos hablado de urgencias climáticas, de injusticias estructurales, de soluciones tecnológicas y de alternativas sociales. También hemos visto que la energía no es solo un asunto técnico o económico, sino una cuestión política, cultural y ética.

Este artículo final sintetiza los aprendizajes del número, plantea un marco de acción concreta y lanza una invitación colectiva: construir, desde ya, un modelo energético que no solo reduzca emisiones, sino que repare desigualdades, devuelva poder a las personas y garantice el derecho a la energía para todos.

El modelo energético actual: insostenible e injusto

El sistema energético que hemos heredado se basa en tres pilares profundamente frágiles:

  1. Dependencia de combustibles fósiles, responsables del cambio climático y geopolíticamente inseguros.
  2. Concentración del poder en grandes corporaciones, que priorizan beneficios sobre el interés público.
  3. Pasividad del consumidor, sin capacidad real de decisión ni control sobre su acceso, coste o procedencia energética.

A esto se suman problemas como la pobreza energética, la obsolescencia de infraestructuras, el impacto ambiental de megaproyectos y la falta de planificación territorial justa.

El modelo 5D: una alternativa integral

Frente a este modelo obsoleto, el enfoque 5D ofrece una hoja de ruta coherente, sistémica y transformadora. Recapitulemos sus dimensiones:

  • Descarbonizado: para frenar el cambio climático y limpiar el aire que respiramos.
  • Desconcentrado: para redistribuir poder y beneficios en manos de comunidades y municipios.
  • Distribuido: para generar y consumir energía de forma local, flexible y resiliente.
  • Digitalizado: para gestionar la complejidad con inteligencia, transparencia y eficiencia.
  • Democrático: para garantizar que la energía sea un derecho, no una mercancía.

Este modelo no es un ideal utópico: ya existe, en miles de proyectos y políticas que están demostrando su viabilidad en todo el mundo. Pero aún necesita escala, apoyo político y respaldo ciudadano.

Claves estratégicas para su implementación

1. Marco regulador valiente

  • Reformar el sistema de precios eléctricos para reflejar costes reales y evitar beneficios caídos del cielo.
  • Establecer cuotas y condiciones favorables para comunidades energéticas, cooperativas y municipios.
  • Reconocer legalmente la energía como bien común y derecho básico.

2. Inversión pública y planificación justa

  • Invertir en redes inteligentes, rehabilitación energética y almacenamiento.
  • Priorizar zonas vulnerables y desfavorecidas.
  • Diseñar una transición justa con criterios sociales, de género y territoriales.

3. Acción municipal y local

  • Apoyar la creación de empresas públicas de energía.
  • Remunicipalizar redes y servicios energéticos donde sea posible.
  • Fomentar el autoconsumo colectivo, los techos solares y las comunidades de barrio.

4. Participación ciudadana y gobernanza democrática

  • Establecer estructuras de decisión participativa en planificación energética local.
  • Crear observatorios y plataformas de seguimiento ciudadano.
  • Formar a la ciudadanía en cultura energética y derechos.

5. Alianzas entre actores

  • Universidades, cooperativas, ayuntamientos, empresas locales, ONG y ciudadanía deben trabajar juntos para escalar proyectos.
  • La transición no la hará un solo actor: será necesariamente colaborativa y multisectorial.

De la resistencia a la resiliencia

Transitar hacia un modelo 5D no es sencillo. Implica conflictos, disputas de poder, y la necesidad de revisar privilegios y estructuras. Pero también abre posibilidades: de empleo digno, de autonomía energética, de innovación social y tecnológica, de conexión con el territorio y de reparación climática y social.

La resiliencia no es solo técnica (tener redes seguras o baterías): es comunitaria, política y emocional. Un sistema 5D nos hace menos dependientes de intereses lejanos, más preparados frente a crisis, y más capaces de decidir sobre nuestra vida.

Una transición justa

No basta con cambiar fuentes de energía. Necesitamos cambiar relaciones de poder, redistribuir recursos, garantizar el acceso universal y devolver el control a quienes hoy están excluidos del sistema.

Una transición que excluya a los más vulnerables, que imponga macroproyectos desde arriba o que reproduzca el oligopolio con nuevas tecnologías, no es transición: es maquillaje verde.

¿Qué puede hacer cada actor?

Ciudadanía

  • Participar en cooperativas, comunidades energéticas o procesos municipales.
  • Instalar autoconsumo o exigir su derecho a hacerlo.
  • Informarse, presionar, organizarse.

Ayuntamientos

  • Liderar planes de energía local.
  • Poner sus techos, terrenos y redes al servicio del bien común.
  • Defender el derecho a la energía ante otras administraciones.

Empresas pequeñas y cooperativas

  • Innovar desde lo social.
  • Sumar al empleo verde y local.
  • Priorizar la sostenibilidad y la transparencia.

Gobiernos

  • Regular con valentía.
  • Invertir donde más se necesita.
  • Escuchar a los territorios, no solo a los lobbies.

Un horizonte compartido

2030 está a la vuelta de la esquina. Los próximos cinco años serán cruciales para definir el rumbo energético —y climático— del siglo. No bastan los diagnósticos: es hora de actuar.

El modelo 5D no es una receta cerrada, sino un marco flexible, adaptable y evolutivo. Pero sí ofrece un horizonte claro: un sistema energético más limpio, más justo, más cercano y más democrático.

Conclusión

El viejo modelo se cae. El nuevo ya está en marcha. Es hora de multiplicar las alianzas, de ampliar la imaginación política y de pasar del debate a la implementación. Porque no hay solución al cambio climático sin cambiar la energía. Y no hay cambio real sin justicia social, sin participación y sin comunidad. El futuro energético es 5D. Y empieza hoy.

Preguntas para el debate

  1. ¿Cuál de las cinco “D” del modelo energético representa hoy el mayor reto?
  2. ¿Qué actor (Estado, ciudadanía, empresa, municipio) tiene más responsabilidad en liderar el cambio?
  3. ¿Cómo pasar del piloto local al cambio estructural a gran escala?
  4. ¿Es posible compatibilizar rapidez, participación y justicia en esta transición?
  5. ¿Qué estamos dispuestos a cambiar como sociedad y como individuos para que el modelo 5D se haga realidad?
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