El mundo se encuentra ante una encrucijada energética sin precedentes. La crisis climática, la volatilidad geopolítica, la desigualdad en el acceso a recursos y la concentración de poder económico en torno a la energía han puesto en evidencia que el modelo energético tradicional (centralizado, contaminante y controlado por unos pocos) ha llegado a su límite. Frente a este panorama, se abre paso una visión renovada, audaz y profundamente transformadora: el modelo energético 5D.
Este número de Desafíos 2030 está dedicado a explorar esta nueva hoja de ruta. A lo largo de doce artículos, desentrañaremos los pilares de esta transición: Descarbonización, Desconcentración, Distribución, Digitalización y Democratización. Este enfoque no solo responde a los desafíos técnicos y ambientales, sino que también plantea una redefinición de la relación entre energía, sociedad y poder.
¿Por qué cambiar el modelo energético?
Durante más de un siglo, el sistema energético global ha dependido de combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas), que han impulsado el crecimiento económico a costa de un altísimo precio ambiental y social. Hoy, el 73% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero provienen del sector energético. Las consecuencias son visibles: aumento de la temperatura global, fenómenos climáticos extremos, migraciones forzadas, pérdida de biodiversidad y una creciente inseguridad energética.
Además, el sistema actual se caracteriza por una concentración del control en manos de grandes corporaciones, una infraestructura costosa y vulnerable, y un acceso desigual que deja fuera a millones de personas en el mundo, incluso dentro de países desarrollados.
El modelo 5D: una visión integradora
Frente a esta realidad, el modelo 5D plantea una transformación profunda y estructural basada en los siguientes principios:
1. DESCARBONIZADO. Reducir de forma drástica las emisiones de carbono, sustituyendo los combustibles fósiles por energías renovables (solar, eólica, hidráulica, geotérmica, entre otras). No se trata solo de cambiar la fuente, sino también de electrificar sectores como el transporte o la calefacción, e impulsar una economía circular basada en la eficiencia.
2. DESCONCENTRADO. Romper con la concentración de poder en pocas manos. Este modelo favorece la generación distribuida, la participación local y el empoderamiento de comunidades y municipios. Se impulsa la creación de comunidades energéticas, cooperativas y la remunicipalización de servicios esenciales.
3. DISTRIBUIDO. La energía ya no se produce únicamente en grandes centrales alejadas del consumo. El modelo distribuido promueve instalaciones locales de producción, como placas solares en viviendas, tejados de edificios o pequeñas turbinas eólicas, integradas en redes inteligentes que permiten intercambios dinámicos de energía.
4. DIGITALIZADO. La tecnología digital permite optimizar el consumo, prever la demanda, evitar pérdidas y facilitar la integración de renovables intermitentes. Las redes inteligentes (smart grids), la gestión mediante big data y los contadores inteligentes abren nuevas posibilidades para una gestión más eficiente y participativa.
5. DEMOCRÁTICO. La energía como derecho y bien común. La toma de decisiones se abre a la ciudadanía, a las comunidades y a los gobiernos locales. La democratización no solo implica participación política, sino también acceso justo, equitativo y asequible a un recurso esencial para la vida digna.
Transición energética: ¿cómo y para quién?
La transición hacia un modelo 5D no es solo una cuestión técnica o económica. Es, sobre todo, un proceso político y cultural. Supone repensar cómo usamos la energía, quién la produce, quién decide sobre ella y quién se beneficia de sus resultados. En este proceso, hay ganadores y perdedores. Las grandes empresas del oligopolio eléctrico han comenzado a adaptarse, pero siguen ejerciendo un enorme poder de influencia que puede distorsionar la transición.
El reto es que este cambio no quede secuestrado por intereses corporativos, y que las soluciones no reproduzcan viejas desigualdades bajo una apariencia “verde”. Para que la transición sea justa, deben participar activamente la ciudadanía, los movimientos sociales, los ayuntamientos y los sectores más vulnerables.
España ante el modelo 5D
España parte con importantes ventajas para avanzar en este nuevo modelo: es uno de los países europeos con mayor recurso solar y eólico, posee un tejido municipal fuerte y un creciente movimiento cooperativo energético y el marco normativo europeo, en general, favorece el cambio. Sin embargo, los obstáculos no son menores:
- Persistencia del oligopolio eléctrico, que controla gran parte de la generación, distribución y comercialización.
- Inseguridad regulatoria, con normativas que a menudo cambian sin estabilidad o claridad para actores nuevos.
- Retos sociales, como la pobreza energética que afecta a millones de hogares.
- Falta de información y participación ciudadana, que dificulta la apropiación del cambio por parte de la población.
La Ley de Cambio Climático y Transición Energética, la Estrategia Nacional contra la Pobreza Energética, los fondos Next Generation y el impulso normativo de las comunidades energéticas son algunas de las herramientas en juego. Pero para que sean efectivas, es necesario un cambio cultural, educativo y político de fondo.
De las palabras a la acción
Este número de Desafíos 2030 no pretende ofrecer soluciones o recetas mágicas. Pero sí busca abrir un debate amplio y fundamentado sobre las múltiples dimensiones del nuevo paradigma energético. A través de los próximos artículos, exploraremos cómo descarbonizar sin dejar a nadie atrás, cómo organizar comunidades energéticas en pueblos y barrios, cómo funcionan las redes inteligentes o por qué la democratización de la energía es esencial para el bienestar colectivo.
El tránsito hacia el modelo energético 5D es una necesidad urgente, una oportunidad histórica y una responsabilidad compartida. La energía puede seguir siendo un vector de dominación y desigualdad, o convertirse en un motor de justicia, resiliencia y democracia. Podemos hacer que ocurra.
Preguntas para el debate
- ¿Por qué es necesario replantear el modelo energético actual?
- ¿Qué implicaciones sociales tiene cada una de las “D” del modelo 5D?
- ¿Cuál debería ser el papel de la ciudadanía en esta transformación energética?
- ¿Es realista lograr un modelo 5D en menos de una década? ¿Qué lo impide?
- ¿Cómo combinar sostenibilidad ambiental con equidad social en el nuevo modelo?