La historia convencional del dinero suele comenzar con la descripción de una situación simple: comunidades que intercambian, por ejemplo, gallinas por sacos de arroz, hasta que la incomodidad del trueque da paso a la invención del dinero como solución práctica. Esta historia, repetida una y otra vez en manuales escolares y medios de comunicación, presenta el dinero como una herramienta neutral, nacida de la necesidad de facilitar los intercambios en sociedades cada vez más complejas.
Pero esta versión ha sido cuestionada con fuerza por antropólogos, historiadores y economistas críticos. Uno de los más influyentes ha sido David Graeber, quien en su obra “En deuda: una historia alternativa de la economía” desmonta este mito con evidencia histórica y antropológica.
El dinero como deuda, no como medio de intercambio
Según Graeber, nunca existió una economía del trueque generalizada en ninguna sociedad documentada. En su lugar, las primeras formas de dinero eran registros de deudas: promesas de pago, favores por devolver, obligaciones sociales. En los templos de Mesopotamia, hace más de 4.000 años, ya se anotaban créditos y deudas en tabletas de arcilla, mucho antes de que existieran las monedas físicas.
Esto implica un cambio radical en la forma de entender el dinero: más que un objeto que circula, el dinero es una relación social de confianza. Es una promesa aceptada colectivamente. El billete o la cifra en una cuenta bancaria solo tienen valor si las personas creen en ese valor y las instituciones que lo respaldan.
Del oro a la moneda fiduciaria
Durante siglos, el dinero se respaldaba con metales preciosos, especialmente oro y plata. Este sistema se conocía como patrón oro: cada billete representaba una cantidad específica de oro almacenado en un banco central. El objetivo era limitar la creación de dinero, ya que solo podía emitirse en proporción a las reservas de oro disponibles.
Sin embargo, el patrón oro fue abandonado durante las guerras mundiales, y tras la Segunda Guerra Mundial los países acordaron un nuevo sistema: el sistema de Bretton Woods.
¿Qué fue el sistema de Bretton Woods?
En julio de 1944, 44 países se reunieron en la ciudad de Bretton Woods, en New Hampshire (EE. UU.), para diseñar un nuevo sistema económico y monetario global que evitara los errores que habían llevado a la Gran Depresión y a dos guerras.
De ese acuerdo surgieron instituciones clave como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial, y también un nuevo sistema monetario internacional con estas características:
- Las monedas del mundo quedarían vinculadas al dólar estadounidense.
- El dólar, a su vez, estaría respaldado en reservas de oro a razón de 35 dólares por onza.
- Solo los bancos centrales extranjeros podían convertir sus dólares en oro ante el Tesoro estadounidense.
- Se fijaron tipos de cambio estables (aunque ajustables) entre las distintas monedas y el dólar.
- Se promovía la estabilidad y el comercio internacional, con cierto margen para políticas económicas nacionales.
Este sistema convertía al dólar en la moneda de referencia mundial, pero aún mantenía su anclaje al oro, lo que limitaba en parte la expansión descontrolada del dinero.
¿Por qué se rompió el sistema de Bretton Woods?
A lo largo de las décadas de 1950 y 60, Estados Unidos gastó masivamente en programas militares (como la Guerra de Vietnam) y en inversiones internacionales, imprimiendo dólares muy por encima de sus reservas de oro reales.
Muchos países comenzaron a desconfiar y empezaron a convertir sus dólares en oro, temiendo que la promesa del Tesoro estadounidense no pudiera sostenerse.
En ese contexto, el 15 de agosto de 1971, el presidente Richard Nixon anunció de forma unilateral que EE. UU. suspendía la convertibilidad del dólar en oro. Este acto, conocido como el “Nixon Shock”, fue el punto final del sistema de Bretton Woods.
A partir de entonces, el dinero pasó a ser enteramente fiduciario: su valor ya no se basaría en metales preciosos, sino en la confianza y la autoridad del emisor, normalmente un banco central.
Y entonces… ¿qué sostiene el dinero hoy?
Desde 1971, vivimos en un sistema de dinero fiduciario sin respaldo físico. Lo que da valor al dinero hoy es:
- La confianza en el banco central que lo emite.
- Su aceptación legal para pagar impuestos y deudas.
- Su uso extendido en la economía como medio de pago.
Pero además, el dinero moderno no está compuesto solo por billetes y monedas. De hecho, más del 90% del dinero en circulación es dinero bancario, creado por bancos privados cada vez que conceden un préstamo.
¿Quién crea el dinero hoy? El papel de los bancos
Una de las ideas más desconocidas, y más sorprendentes, sobre el dinero moderno es que la mayor parte del dinero en circulación no es creado por los bancos centrales, sino por los bancos comerciales. Cuando un banco concede un préstamo, no está transfiriendo dinero de los depósitos existentes: está creando nuevo dinero que se añade a la economía.
Por ejemplo, cuando un banco aprueba una hipoteca de 200.000 euros, esa cantidad aparece mágicamente en la cuenta del prestatario, sin que nadie haya retirado ese dinero de otra parte. Esta creación ocurre electrónicamente, respaldada por la promesa del prestatario de devolver el préstamo con intereses. Así, el dinero nace como deuda privada.
Los bancos solo necesitan mantener una pequeña fracción del dinero prestado como reservas (sistema de reserva fraccionaria). El resto puede “multiplicarse” a través de sucesivos préstamos, alimentando una expansión monetaria que depende directamente del interés de los bancos por prestar y del deseo de las personas y empresas por endeudarse.
El papel del banco central
Los bancos centrales, como el BCE (Banco Central Europeo), no suelen crear directamente el dinero que usamos en nuestra vida diaria. Su función principal es regular la cantidad de dinero en la economía, controlar la inflación y estabilizar el sistema financiero. Lo hacen mediante la fijación de los tipos de interés, la compra o venta de activos y, en ocasiones, la inyección directa de liquidez en momentos de crisis (como ocurrió tras la crisis financiera de 2008 o durante la pandemia del COVID-19).
Aunque se suele pensar que imprimen el dinero, en realidad la mayoría del dinero es digital y se mueve entre cuentas electrónicas. El efectivo representa una proporción cada vez menor del total.
Una relación de poder
Entender cómo se crea el dinero permite entender también cómo se distribuye el poder económico. Si los bancos comerciales deciden qué proyectos reciben financiación, entonces el dinero fluye hacia aquello que consideran rentable: viviendas, consumo, mercados financieros. No necesariamente hacia lo que es útil, sostenible o socialmente necesario.
Por eso, muchas voces reclaman una democratización del dinero, una mayor regulación de la banca privada y una reconsideración de cómo se crea el dinero y para qué fines. Volver a pensar el dinero es una tarea urgente para imaginar modelos económicos más justos.
Preguntas para el debate
- ¿Qué implicaciones tiene entender el dinero como deuda y no como medio neutro de intercambio?
- ¿Quién debería tener el poder de crear dinero?
- ¿Cómo afecta el crédito bancario al ciclo económico y a la desigualdad?
- ¿Qué consecuencias tuvo el abandono del patrón oro y del sistema de Bretton Woods?
- ¿Qué alternativas existen al actual sistema monetario?