Medir la Pobreza

Medir la pobreza no es un ejercicio meramente estadístico: es un paso crucial para entender su magnitud, su evolución, sus formas y, sobre todo, para diseñar soluciones eficaces.

Pero medir la pobreza es también un terreno lleno de tensiones y debates. ¿Qué medimos exactamente cuando decimos que alguien es pobre? ¿A partir de qué umbral? ¿Cuáles son los indicadores más adecuados? ¿Cambian según el país? ¿Cómo afectan estas métricas a las decisiones políticas?

Este artículo aborda precisamente esas preguntas. Entender cómo se mide la pobreza es entender también cómo se la interpreta y cómo se actúa frente a ella.

Pobreza por ingreso: un enfoque extendido pero limitado

El método más utilizado para medir la pobreza es el enfoque monetario, que establece un umbral de ingreso mínimo para considerar que una persona vive en situación de pobreza.

Línea internacional de pobreza

El Banco Mundial fija la línea internacional de pobreza extrema en 2,15 dólares por persona al día (ajustados por paridad de poder adquisitivo de 2017). Esta cifra busca representar el mínimo necesario para cubrir las necesidades básicas de supervivencia.

Este umbral permite comparar la pobreza entre países, especialmente en contextos de bajos ingresos. Pero ha recibido críticas por ser demasiado bajo y no reflejar adecuadamente las condiciones de vida en muchos países de renta media.

Líneas nacionales de pobreza

Muchos países definen sus líneas nacionales de pobreza según su propio nivel de precios y estándares sociales. Estas líneas suelen dividirse en:

  • Pobreza extrema: incapacidad para cubrir una canasta básica de alimentos.
  • Pobreza moderada o total: incluye también otras necesidades no alimentarias (vivienda, transporte, educación básica, etc.).

Pobreza relativa

En contextos más desarrollados, como Europa o América del Norte, se utiliza la pobreza relativa, que considera pobres a quienes viven con menos del 60% de la mediana de ingresos del país. Este enfoque reconoce que la pobreza no es solo falta de ingresos, sino que implica la exclusión de los estándares sociales predominantes. Por ejemplo, en un país con alta renta media, alguien con ingresos muy inferiores al promedio puede vivir en condiciones precarias, incluso si su ingreso supera el umbral de pobreza extrema.

Pobreza multidimensional: una medición más completa

El enfoque monetario es fácil de aplicar, pero no capta la complejidad del fenómeno. Por eso, desde hace años, organismos como el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) impulsan mediciones multidimensionales, inspiradas en la teoría de las capacidades de Amartya Sen.

Índice de Pobreza Multidimensional (IPM)

Este índice considera tres grandes dimensiones:

  • Salud: nutrición y mortalidad infantil.
  • Educación: años de escolarización y asistencia escolar.
  • Condiciones de vida: acceso a electricidad, agua potable, saneamiento, vivienda adecuada, combustible para cocinar y activos básicos.

Cada dimensión tiene varios indicadores, y una persona se considera pobre si está privada en al menos un tercio de los indicadores.

Este índice tiene dos grandes ventajas:

  1. Identifica tipos específicos de privaciones, lo que permite diseñar políticas más focalizadas.
  2. Es útil en contextos donde los datos de ingresos son escasos o poco fiables.

El caso de Europa: el indicador AROPE

En la Unión Europea, la pobreza y la exclusión social se miden a través del indicador AROPE (At Risk of Poverty or Social Exclusion), que combina tres criterios:

  1. Riesgo de pobreza monetaria: ingresos inferiores al 60% de la mediana nacional (por unidad de consumo).
  2. Carencia Material y Social Severa (CMSS): privación simultánea en ≥ 7 de 13 ítems básicos (por ejemplo, afrontar gastos imprevistos, mantener la vivienda a temperatura adecuada, etc.)
  3. Baja Intensidad de Empleo en el Hogar (BITH): personas de 0 a 64 años que viven en hogares donde el trabajo efectivo realizado es < 20% del potencial del hogar.

Una persona entra en la categoría AROPE si cumple al menos uno de esos tres criterios. Es un enfoque útil para captar realidades sociales más amplias que las reflejadas por el ingreso.

Datos para España correspondientes a 2024 según el XV Informe 2025 de EAPN

  • Tasa AROPE: 25,8% (~12,5 millones de personas). Baja 0,7 p.p. respecto a 2023 y es el valor más bajo desde que se modificó el indicador.
  • Riesgo de pobreza (renta <60% mediana): 19,7% (~9,6 millones). Es la cifra más baja de la serie analizada.
  • Carencia material y social severa (CMSS): 8,3% (~4,0 millones). Desciende 0,7 p.p. respecto a 2023, tras el pico por la crisis de precios.
  • Baja intensidad de empleo en el hogar (BITH, 0–64 años): 8,0% (~3,1 millones). Baja 0,4 p.p. y es el mínimo desde antes de 2010.

Cómo leer estos datos:

  • Una parte de la población está en AROPE por varias vías a la vez (por ejemplo, pobreza y CMSS); por eso las cifras de cada componente no se suman entre sí.
  • La mejora de 2024 sugiere alivio tras la crisis del coste de la vida, pero los niveles siguen altos y persisten problemas estructurales.

¿Por qué es tan importante medir bien la pobreza?

Medir la pobreza no es un acto neutro. Tiene consecuencias muy concretas:

  • Define prioridades: qué se considera pobreza influye en qué tipo de políticas se implementan.
  • Condiciona presupuestos: los datos de pobreza se utilizan para distribuir fondos, diseñar programas sociales y evaluar resultados.
  • Influye en el discurso público: la forma en que se habla de la pobreza depende en parte de cómo se la mide.
  • Permite rendición de cuentas: sin mediciones claras, no hay forma de saber si una política está funcionando o no.

Un buen sistema de medición debe ser comparable, transparente, comprensible y adaptado al contexto. Y sobre todo, debe ser útil para mejorar la vida de las personas.

¿Qué queda fuera de las métricas?

Aunque cada vez más sofisticadas, las estadísticas también tienen límites. Algunos aspectos de la pobreza son difíciles de capturar con datos:

  • Pobreza subjetiva: la percepción personal de pobreza o exclusión.
  • Violencia y discriminación: que afectan especialmente a mujeres, migrantes y minorías.
  • Condiciones laborales precarias: trabajadores pobres que, pese a tener empleo, no logran salir de la pobreza.
  • Factores territoriales: desigualdades invisibles en zonas rurales o barrios marginados.

Por eso, muchos expertos recomiendan complementar los datos cuantitativos con enfoques cualitativos, como entrevistas, estudios de caso y participación comunitaria.

Medir bien, actuar mejor

Medir la pobreza no es un fin en sí mismo. Es una herramienta para comprender mejor la realidad y transformarla. Si medimos mal, corremos el riesgo de invisibilizar a quienes más ayuda necesitan. Si medimos bien, tenemos una base sólida para diseñar políticas justas, eficaces y sostenibles.

Preguntas para el debate

  1. ¿Qué se gana y qué se pierde al medir la pobreza exclusivamente por ingresos?
  2. ¿Qué ventajas ofrece el Índice de Pobreza Multidimensional frente a los métodos tradicionales?
  3. ¿Podemos confiar plenamente en las estadísticas para entender la pobreza real?
  4. ¿Es posible diseñar buenas políticas públicas sin buenos datos?
  5. ¿Cómo puede influir la forma en que medimos la pobreza en la manera en que la sociedad responde a ella?
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