¿Y si el dinero volviera a ser un medio, y no un fin en sí mismo?
¿Y si las finanzas no decidieran quién vive bien y quién sobrevive, sino que acompañaran proyectos que cuidan, construyen y regeneran?
¿Y si el sistema financiero, hoy percibido como lejano, complejo y ajeno, se convirtiera en una herramienta colectiva, transparente, participativa?
No se trata de utopías inalcanzables. Se trata de mostrar evidencias de la injusticia del modelo actual y proponer caminos concretos hacia otro modelo. Un sistema financiero más justo no solo es posible: ya está en marcha, en miles de prácticas concretas, que hoy son semilla y mañana podrían ser norma.
¿Qué hemos aprendido en este número?
A lo largo de este número, hemos visto que:
- El dinero no es neutro: es una relación social, política y cultural.
- La mayor parte del dinero lo crean bancos privados al conceder crédito, y lo hacen según criterios de rentabilidad, no de utilidad social.
- La concentración bancaria genera riesgos, exclusión y poder opaco.
- La banca pública, ética y cooperativa es viable, y ya funciona en muchos lugares.
- La educación financiera crítica es imprescindible para democratizar el conocimiento económico.
- Las monedas sociales y los bancos de tiempo demuestran que otras lógicas de intercambio son posibles.
- Los bancos centrales no son actores técnicos neutros: sus decisiones afectan a toda la economía, y deben ser democratizados.
- Las monedas digitales públicas (CBDC) pueden ser herramientas poderosas si se diseñan con justicia, transparencia y respeto a los derechos.
- El crédito moldea la economía real, y por eso importa quién decide a qué se destina.
- El sistema financiero actual sigue alimentando la crisis climática, mientras promueve soluciones verdes sin cambiar la lógica de fondo.
- La deuda, en un contexto de financierización, se convierte en una forma de dominación estructural sobre personas, empresas y Estados.
¿Y cómo sería un sistema financiero alternativo?
Te invitamos a imaginar y construir un sistema donde el dinero no sea mercancía ni herramienta de control, sino un bien común. Un sistema que:
Recupere el control sobre la creación del dinero
- Que la creación monetaria esté vinculada al bien común, no a la deuda privada.
- Que los bancos actúen como gestores del crédito, bajo criterios sociales, ecológicos y transparentes.
Integre una banca pública fuerte y con participación ciudadana
- Bancos públicos que financien vivienda, transición ecológica, cuidados, educación…
- Gobernados con criterios profesionales, éticos y democráticos.
Fomente las finanzas éticas y cooperativas
- Apoyo a iniciativas como Fiare, Coop57 o Triodos.
- Incentivos fiscales, fondos de garantía y redes de colaboración con lo público.
Impulse una educación financiera crítica y emancipadora
- En escuelas, barrios, asociaciones y medios.
- Que enseñe a entender el sistema, cuestionarlo y transformarlo.
Apoye la transición ecológica real desde el crédito
- Priorizar proyectos regenerativos.
- Prohibir la financiación de actividades incompatibles con los límites del planeta.
Diversifique las formas de intercambio
- Reconocimiento y apoyo legal a monedas sociales, bancos de tiempo y plataformas de economía solidaria.
- Fomento de ecosistemas económicos relocalizados y resilientes.
Diseñe tecnologías financieras éticas
- Si llega una CBDC, que sea pública, abierta, sin vigilancia, interoperable y compatible con el efectivo.
- Que sirva para políticas sociales como una Renta Básica Universal, con privacidad y acceso garantizado.
Audite y condone deudas ilegítimas
- A nivel individual, colectivo y estatal.
- Establecer mecanismos de alivio real para personas sobreendeudadas.
Desmercantilice necesidades básicas
- Que el acceso a la vivienda, la salud o la educación no dependa del crédito o del mercado financiero.
Recupere la democracia económica
- Participación ciudadana en los órganos que deciden cómo se mueve el dinero.
- Fin del poder desmedido de los grandes bancos y fondos de inversión.
¿Por dónde empezar? 10 acciones concretas
- Cambiar a una banca ética o cooperativa.
- Exigir transparencia sobre las inversiones de bancos y vehículos financieros en energías fósiles o en armamento.
- Participar en una moneda social o banco de tiempo local.
- Apoyar o crear una plataforma por la banca pública en tu territorio.
- Reclamar que la educación financiera crítica entre en las aulas.
- Presionar para que la CBDC (euro digital) respete tu privacidad y derechos.
- Exigir auditorías de deuda pública en ayuntamientos o comunidades.
- Unirte a campañas por la transparencia bancaria y regulación del crédito.
- Aprender a leer contratos y exigir condiciones claras cuando tomes un préstamo.
- Hablar de todo esto en casa, en el trabajo, en redes, en tu barrio.
Preguntas para el debate
- ¿Qué tipo de economía necesitamos para enfrentar los desafíos del siglo XXI?
- ¿Puede el dinero diseñarse para servir a las personas y al planeta?
- ¿Qué papel juega el imaginario colectivo sobre el dinero en nuestras decisiones?
- ¿Qué herramientas tenemos para democratizar las finanzas?
- ¿Cómo construir una cultura económica que valore el cuidado, la cooperación y la sostenibilidad?