La movilidad sostenible no es solo un reto urbano. También lo es en los espacios intermedios, rurales y periurbanos, donde las distancias son mayores, la densidad es menor y el coche es, a menudo, la única opción viable. En estas áreas, la dependencia del vehículo privado es estructural, y muchas veces invisible en el debate público.
Abordar la movilidad en el conjunto del territorio, y no solo en el centro de las grandes ciudades, es fundamental para garantizar la equidad, la cohesión social y el equilibrio territorial, tal como recoge el ODS 11.a y la Agenda Urbana Española.
Una geografía de desigualdades
Mientras en los núcleos urbanos las alternativas al coche son crecientes (bicicleta, transporte público, caminabilidad), en el ámbito rural o periurbano la realidad es distinta:
- Servicios públicos dispersos o centralizados.
- Escasa oferta de transporte colectivo.
- Urbanización extensiva y baja densidad.
- Horarios laborales incompatibles con el transporte existente.
- Infraestructuras centradas en el coche.
Esta situación genera desigualdades territoriales, especialmente para personas mayores, jóvenes sin carné, mujeres que asumen cuidados o personas con bajos ingresos que no pueden mantener un coche.
El coste oculto de la dependencia del coche
En muchos pueblos o periferias urbanas, no tener coche implica quedar desconectado del sistema: sin acceso a empleo, sanidad, formación o cultura. La movilidad condiciona directamente la inclusión social.
Además, el coste económico de mantener uno o varios vehículos por hogar representa una carga desproporcionada para muchas familias.
Y no menos importante: cuanto más se extiende la dependencia del coche, más difícil y costoso resulta después revertirla.
La necesidad de un enfoque territorial de la movilidad
Para avanzar hacia un modelo de movilidad más justo, es clave territorializar las soluciones. Las políticas urbanas no son extrapolables automáticamente al medio rural o metropolitano. Se necesita:
- Reconocer la diversidad de contextos.
- Escuchar a la población local y adaptar las soluciones a sus necesidades.
- Superar la dicotomía ciudad–campo y promover redes policéntricas.
- Garantizar el derecho a la movilidad como servicio público básico.
Soluciones posibles
Aunque no existe una receta única, sí hay un conjunto de estrategias que pueden contribuir a una movilidad sostenible en entornos no urbanos:
1. Transporte público flexible y a demanda. Frente a líneas fijas de escasa frecuencia, los servicios a demanda permiten adaptar rutas y horarios según la demanda real. Se pueden reservar por app o teléfono, y son más viables económicamente en zonas dispersas.
2. Movilidad compartida. El carsharing, el uso compartido de vehículos entre vecinos o las plataformas digitales de coche compartido pueden ser soluciones útiles, especialmente si se promueven con apoyo institucional y cobertura legal.
3. Bicicleta eléctrica e intermodalidad. La bicicleta eléctrica amplía los rangos de uso de la bici en zonas de mayor distancia o con pendientes. Combinada con trenes o buses interurbanos, permite desplazamientos más sostenibles.
4. Integración tarifaria y planificación regional. Es fundamental coordinar los distintos modos de transporte y operadores en sistemas tarifarios y de planificación únicos, a escala metropolitana o supramunicipal.
5. Digitalización y acceso a la información. El acceso a apps, horarios, rutas y sistemas de reserva debe estar garantizado también en el entorno rural, con asistencia para personas con menor alfabetización digital.
6. Aproximar servicios y repensar el urbanismo. Reducir la necesidad de desplazamientos también implica políticas de reequilibrio territorial: escuelas, centros de salud, equipamientos culturales y comercio de proximidad deben estar disponibles sin depender exclusivamente del coche.
ODS 11.a y Agenda Urbana Española: cohesión y conectividad
El ODS 11.a promueve el fortalecimiento de vínculos económicos, sociales y ambientales positivos entre zonas urbanas, periurbanas y rurales. Esto implica mejorar la planificación territorial y los sistemas de transporte interconectados.
En la misma dirección, la Agenda Urbana Española, a través de sus Objetivos Específicos 7.2 y 8.2, llama a fomentar la accesibilidad universal y asegurar la conectividad funcional y sostenible del conjunto del territorio.
Casos de referencia y buenas prácticas
Algunas iniciativas pioneras en España y Europa ofrecen inspiración:
- Álava: pionera en transporte a la demanda en zonas rurales.
- Áreas metropolitanas de Barcelona y Valencia: con sistemas tarifarios integrados y coordinación institucional.
- Austria y Suiza: modelos de coordinación ferroviaria y de bus en pequeñas localidades con alta frecuencia y puntualidad.
- Navarra Rural Smart: movilidad inteligente y servicios digitales para pueblos pequeños.
Estos ejemplos muestran que la movilidad sostenible en entornos no urbanos es posible con voluntad política, inversión y cooperación multiescalar.
Un enfoque territorial del derecho a la movilidad
El acceso a una movilidad justa y sostenible no debe depender del código postal. La movilidad es una condición de ciudadanía: no tener coche no puede significar quedar excluido. Es hora de llevar el debate más allá del centro urbano y construir un modelo de movilidad integrador, equilibrado y conectado con todo el territorio.
Preguntas para el debate
- ¿Cómo garantizar el derecho a la movilidad en zonas rurales o mal conectadas?
- ¿Qué papel pueden jugar el transporte a demanda y el coche compartido?
- ¿Qué desafíos presenta la planificación supramunicipal de la movilidad?
- ¿Cómo afecta la dispersión territorial a la sostenibilidad del transporte?
- ¿Se valora lo suficiente el transporte público en los presupuestos regionales?