Renta básica y trabajo garantizado: ¿utopía o futuro necesario?

Cada vez más voces, desde el mundo académico, los movimientos sociales e incluso ciertas instituciones internacionales, proponen repensar el vínculo entre ingresos, trabajo y ciudadanía. Frente a un modelo en el que el empleo es la vía casi exclusiva para acceder a derechos, crecen las propuestas que defienden la garantía incondicional de un nivel mínimo de vida, ya sea a través de una renta básica universal o de un trabajo garantizado por parte del Estado.

Ambas alternativas tienen en común una crítica profunda al paradigma actual: la idea de que solo quien trabaja —o busca trabajo activamente— merece protección. En un contexto de automatización, envejecimiento, precariedad y cambios estructurales, esa visión resulta cada vez más insuficiente. ¿Y si garantizar ingresos fuera un derecho, no una recompensa?

La renta básica: un ingreso incondicional para todos

La renta básica universal (RBU) es una propuesta simple pero radical: un ingreso monetario garantizado, regular, incondicional y universal para todas las personas, independientemente de su situación laboral, nivel de ingresos o patrimonio.

Esta idea, defendida por pensadores como Philippe Van Parijs o Guy Standing, ha dejado de ser marginal. En los últimos años se han desarrollado experimentos piloto en Finlandia, Canadá, Países Bajos y, en menor medida, en Barcelona o Madrid. Los resultados han sido consistentes:

  • Mejora del bienestar psicológico.
  • Mayor seguridad y capacidad de planificación vital.
  • Ligero aumento del emprendimiento o la formación.
  • Sin evidencia de desincentivo generalizado al trabajo.

En España, el Ingreso Mínimo Vital (IMV), aunque más restrictivo, ha sido un paso hacia ese modelo. Sin embargo, sus exigentes requisitos y su limitada cobertura lo han dejado lejos del objetivo de una protección universal. Según datos del propio Gobierno, más de un millón de personas elegibles aún no lo reciben.

Una RBU, bien financiada, supondría una red de seguridad permanente, simplificando el sistema de ayudas y reconociendo el valor de todos los trabajos —incluso los no remunerados, como los cuidados o la participación comunitaria.

Trabajo garantizado: empleo digno para quien lo desee

Frente a la RBU, otros proponen un enfoque centrado en el derecho al empleo: el trabajo garantizado, inspirado en la Teoría Monetaria Moderna (TMM) y propuesto por economistas como Pavlina Tcherneva.

La idea es que el Estado actúe como empleador de último recurso, ofreciendo un trabajo digno, útil socialmente y con salario suficiente a toda persona que lo quiera y no lo encuentre en el mercado.

Este empleo podría centrarse en sectores como:

  • Cuidados (infancia, mayores, dependencia).
  • Rehabilitación ambiental y transición ecológica.
  • Cultura, educación, servicios comunitarios.
  • Revitalización del mundo rural.

El objetivo no es competir con el sector privado, sino llenar vacíos sociales y laborales allí donde el mercado no llega. Además, al actuar como estabilizador automático, el programa absorbería desempleo en épocas de crisis y se reduciría en fases de crecimiento, manteniendo la estabilidad de precios y evitando exclusión.

Diferencias clave entre renta básica y trabajo garantizado

Aunque ambas propuestas comparten una crítica común al modelo actual, existen diferencias importantes:

AspectoRenta Básica UniversalTrabajo Garantizado
AccesoUniversal e incondicionalVoluntario, solo para quien quiera trabajar
FormaTransferencia monetaria directaEmpleo con salario digno
EnfoqueAutonomía individualPleno empleo y utilidad social
RiesgosCoste elevado, desincentivo laboral en ciertos sectoresRiesgo de burocratización, dependencia estatal
BeneficiosSimplicidad, seguridad económica, libertadInclusión activa, reducción del desempleo, trabajos útiles


Algunas voces proponen modelos híbridos, en los que se combine una renta básica parcial con una oferta de empleo público garantizado. Otros defienden que, en realidad, ambas propuestas responden a necesidades distintas y pueden coexistir dentro de un sistema de protección renovado.

¿Y cómo se paga todo esto?

Uno de los argumentos más frecuentes contra la renta básica o el trabajo garantizado es su supuesto coste inasumible. Sin embargo, esta objeción no es tan clara como parece.

En el caso de la RBU, su financiación dependería del diseño específico: si es universal y sustitutiva de otras ayudas, parte del gasto ya estaría cubierto. Además, podría financiarse mediante:

  • Reforma fiscal progresiva.
  • Impuestos a grandes fortunas o al capital.
  • Tasa sobre la automatización o la actividad financiera.
  • Eliminación de subsidios regresivos (por ejemplo, ayudas al diésel).

En el caso del trabajo garantizado, la TMM sostiene que los Estados soberanos con moneda propia pueden emitir dinero para financiar empleo sin generar inflación, siempre que haya capacidad productiva infrautilizada —algo que, con millones de desempleados, es evidente.

Más allá de los tecnicismos, lo que está en juego es una decisión política y ética: ¿preferimos sostener un modelo que gasta miles de millones en subsidios empresariales, rescates financieros o infraestructuras innecesarias, o garantizar condiciones mínimas de vida y trabajo a toda la población?

Un nuevo contrato social: libertad y seguridad

Ambas propuestas parten de una idea transformadora: que las personas deben tener garantizados los recursos para vivir con dignidad, con o sin empleo. Que el trabajo no debe ser una obligación para sobrevivir, sino una forma de contribuir al bien común. Que el tiempo, la salud y el cuidado valen más que la productividad medida en horas facturables.

Lejos de ser “utopías irrealizables”, la renta básica y el trabajo garantizado son respuestas serias a problemas reales: desempleo estructural, pobreza laboral, exclusión, desigualdad y agotamiento del actual contrato social.

En un mundo marcado por la automatización, la crisis ecológica y la fragilidad de los empleos, necesitamos nuevas herramientas para asegurar libertad real, no solo formal. Y eso implica garantizar ingresos, autonomía y reconocimiento para todas las personas.

Conclusión: derecho a vivir, no solo a trabajar

En Desafíos 2030 creemos que el debate sobre la renta básica o el trabajo garantizado no es técnico, sino profundamente político. Tiene que ver con el tipo de sociedad que queremos construir: una donde se castiga la pobreza o una donde se garantiza la dignidad; una donde el trabajo define el valor de las personas o una donde vivir con plenitud es un derecho.

Asegurar ingresos para todos no significa abolir el trabajo, sino liberarlo de la precariedad y el miedo. Y eso, más que una utopía, es un desafío urgente para el siglo XXI.

Preguntas para el debate

  1. ¿La renta básica universal desincentivaría el trabajo o lo dignificaría?
  2. ¿El trabajo garantizado podría absorber el desempleo estructural sin distorsionar el mercado?
  3. ¿Qué ventajas e inconvenientes tienen ambos modelos? ¿Podrían combinarse?
  4. ¿Es viable económicamente asegurar ingresos a toda la población?
  5. ¿Estamos preparados para disociar el acceso a derechos del empleo formal?
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