Modelos alternativos: otra forma de vivir es posible

Frente a un modelo de vivienda centrado en la propiedad individual, la especulación y el beneficio a corto plazo, en España y en muchas otras partes del mundo está surgiendo otra forma de entender el hogar y la ciudad. Un modelo que no convierte la vivienda en una mercancía, sino en un derecho colectivo. Que no busca rentabilidad financiera, sino estabilidad, sostenibilidad y comunidad.

Las cooperativas de vivienda en cesión de uso y el cohousing, los proyectos de vivienda colaborativa o los modelos de propiedad colectiva están demostrando que es posible vivir sin depender de los vaivenes del mercado inmobiliario. Y aunque todavía son experiencias minoritarias, están creciendo significativamente en algunas comunidades autónomas.

¿En qué consisten estos modelos? ¿Cómo funcionan? ¿Y por qué están atrayendo cada vez más interés?

¿Qué son las cooperativas de vivienda en cesión de uso y el cohousing?

Este modelo, muy implantado en países como Uruguay, Dinamarca o Alemania, está ganando terreno en ciudades como Barcelona, Madrid, Sevilla o Valencia. Se basa en varios principios clave:

  1. La propiedad del edificio es colectiva, a través de una cooperativa formada por las personas que van a vivir en él. Los residentes toman decisiones de forma colectiva, reparten tareas y planifican la vida comunitaria.
  2. No se compra ni se vende la vivienda, sino que se accede a su uso mediante una cuota mensual asequible.
  3. La vivienda no entra en el mercado, evitando la especulación. Si un miembro se va, la cooperativa elige a la persona que ocupará su lugar, manteniendo el modelo.
  4. El diseño arquitectónico está pensado para fomentar la convivencia, sin renunciar a la autonomía individual.

En otras palabras: las personas no son propietarias de la vivienda, sino socias de un proyecto colectivo que garantiza su derecho a vivir allí de forma estable, indefinida y no lucrativa.

Un ejemplo emblemático en España es La Borda, una cooperativa en el barrio de Sants (Barcelona) construida en madera, autosuficiente energéticamente, con espacios comunes y una organización democrática de la vida cotidiana.

¿Qué ventajas ofrecen estos modelos?

  • Asequibilidad. Al eliminar la especulación y compartir gastos, el coste de vida es más bajo. Además, muchos proyectos se desarrollan en suelo público cedido por administraciones, lo que reduce aún más la inversión necesaria.
  • Estabilidad. Las personas no están sometidas a subidas de alquiler, desahucios ni condiciones abusivas. Tienen garantía de uso vitalicio, mientras cumplan con las normas de convivencia.
  • Sostenibilidad. Muchos proyectos se construyen con criterios ecológicos, eficiencia energética, materiales sostenibles y huella de carbono mínima.
  • Comunidad. La dimensión colectiva reduce la soledad, fomenta la solidaridad y genera redes de apoyo mutuo, algo especialmente valioso para personas mayores, mujeres con hijos o jóvenes precarios.
  • Democracia y autogestión. Los residentes son también gestores del proyecto. Las decisiones se toman en asamblea, y se fomenta la horizontalidad y la corresponsabilidad.

¿Qué obstáculos enfrentan estas iniciativas?

Pese a sus ventajas, estos modelos no lo tienen fácil en España. Algunos de los retos son:

  • Falta de legislación específica: no existe un marco normativo estatal que regule la cesión de uso o el cohousing, lo que genera cierta inseguridad jurídica.
  • Dificultad de acceso a financiación: los bancos aún son reacios a financiar proyectos sin propiedad individual, lo que obliga a buscar alternativas como banca ética o fondos públicos.
  • Burocracia y desconocimiento institucional: muchos ayuntamientos o comunidades no saben cómo apoyar estos modelos o no los priorizan.
  • Escasez de suelo público disponible: aunque muchas cooperativas piden suelo en cesión, no siempre hay voluntad política de cederlo.

¿Qué está haciendo el sector público?

Algunas administraciones comienzan a ver el potencial de estos modelos. Por ejemplo:

  • El Ayuntamiento de Barcelona ha impulsado un programa de cesión de suelo público a cooperativas durante 75 años, con alquileres simbólicos.
  • La Generalitat Valenciana ha desarrollado una estrategia para apoyar el cooperativismo en vivienda.
  • Otros municipios como Zaragoza, Rivas o Sevilla han empezado a incorporar estas fórmulas en su planeamiento urbano.

También hay iniciativas a nivel europeo, como el programa Housing Europe o los fondos Next Generation EU, que pueden financiar vivienda cooperativa dentro de estrategias de innovación y transición ecológica.

¿Son escalables estas soluciones?

La gran pregunta es si estos modelos pueden pasar de experiencias piloto a políticas estructurales. La respuesta depende de tres factores:

  1. Voluntad política para facilitar suelo, financiación y reconocimiento legal.
  2. Organización social, con redes cooperativas fuertes que generen propuestas viables y replicables.
  3. Imaginación colectiva, para entender que hay otras formas de vivir más allá de la hipoteca o el alquiler especulativo.

Aunque hoy estas experiencias representan menos del 1% del parque de vivienda en España, su crecimiento y aceptación están en alza. Además, tienen un alto impacto social con baja inversión pública, lo que las convierte en alternativas muy eficientes.

Cambiar la lógica de la vivienda

En un contexto de crisis habitacional, estos modelos no son utopías ni soluciones marginales. Son experiencias reales que muestran que otra forma de habitar es posible. Basadas en la colaboración, la sostenibilidad y el derecho a permanecer, las cooperativas y el cohousing rompen con la lógica de la vivienda como inversión y apuestan por el bienestar colectivo.

Frente a la precariedad, la soledad o el abuso del mercado, estos proyectos construyen hogar, comunidad y futuro. Tal vez no sean la única solución, pero sí una parte imprescindible del camino hacia un modelo más justo.

Preguntas para el debate

  1. ¿Qué ventajas tienen las cooperativas de vivienda frente al mercado tradicional?
  2. ¿Estarías dispuesto/a a vivir en un proyecto de cohousing o cesión de uso? ¿Por qué?
  3. ¿Qué papel puede jugar la comunidad en la garantía del derecho a la vivienda?
  4. ¿Qué frenos existen para que estas iniciativas crezcan?
  5. ¿Debería el Estado apoyar estos modelos? ¿Cómo?
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